Mutatis mutandis

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Prófugos e intocables

Por Rafael Arias Hernández

Faltan 718 días. 

La responsabilidad oficial crece. Poco a poco se configuran los elementos, para la ineludible e imprescindible evaluación pública y permanente del nuevo gobierno; para empezar, desde ahora la simple pregunta es: ¿será igual, mejor o peor?

Cierto, a 12 días,  falta mucho por definir, por lo que hay que estar pendiente de las decisiones y acciones. Exigir y obtener la información pertinente, ejercer libertades y derechos, así como disponerse a participar en todo asunto gubernamental; pero sobre todo, cierto también, que las necesidades y problemas de millones de seres humanos no pueden esperar y esperar, para ser atendidos. Bien se sabe que pobreza, hambre, inseguridad, corrupción y debilitamiento institucional crecen. 

Más que declaraciones tremendistas, urgen acciones efectivas; sobre todo porque los contextos nacional y mundial, se tornan cada vez más difíciles y adversos.

En todo caso hay que aprovechar la oportunidad de la alternancia, y cambiar todo lo que se deba cambiar.

Cambiar, no simular. Preciso tener presente, insistir e insistir,  que los veracruzanos decidieron un cambio efectivo; y no cambiar para que todo siga igual o peor.

Sobre todo si se toma en cuenta a la realidad real que, con reciente información precisa y advierte,  que la corrupción durante 2015, resulta ser el segundo problema, después de la inseguridad y la delincuencia,  de acuerdo a los resultados de la encuesta del INEGI. Para 2016, sin duda que Veracruz ocupa primeros lugares en delincuencia gubernamental.

El problema de ineptos y corruptos, viejos y nuevos; de intocables y reciclables, improvisados y aprendices,  es tan grave que  93.3 % de los afectados prefieren no denunciar porque lo consideran inútil, ineficaz y hasta peligroso hacerlo.

Cárteles, pandillas, bandas, hampones, saqueadores constituyen un problema de alta prioridad. Nada de hacer como que se hace.

ETRETENIMIENTO Y DISTRACCIÓN DEL TRANZA.

Nada raro, sobre todo en Veracruz, que conveniencia y tranza motivan a prófugos reales y potenciales, a proponer impertinencias y descabelladas ideas, para entre sensacionalismo y escándalo, distraer y evadir, hasta la abyección y el servilismo extremo. Todo para no ser llamados a comparecer, ante la Justicia y responder de su conducta delictiva, por comisión u omisión.

Como muchas otras distracciones para evadir la acción de la Ley, resalta la oportunista, infundada e inoportuna  idea e iniciativa,  de no devolver impuestos a la federación e incluso separar al Estado del Sistema Nacional de Coordinación Fiscal. Patético y cínico distractor, que después de reconocer que Veracruz ahora vive, una situación difícil con amplios sectores severamente afectados, no hay un indicio de reconocimiento o aceptación de su propia responsabilidad y culpabilidad en el desastre causado, mucho menos de arrepentimiento. 

Y si en cambio, el enternecedor exhorto, que provoca risa e indignación: “llegó el momento de unificación, de tener altura de miras de los que participamos en la vida pública, tenemos la obligación de servir al pueblo veracruzano” (SIC y recontra SIC).

Que pronto se olvida que después del 1 (ahora prófugo), el mismo remedo de distractor ocupó, fungió y se benefició,  como el 2 de la banda duartista, a más de otras incursiones en la alta burocracia, para terminar impune, con el fuero obtenido. 

Y para colmo, se da golpes de pecho como acólito y sacristán del desastre ocasionado. No cabe duda, el que no tranza no avanza, y ningún presupuesto le alcanza…con la ayuda de Dios.

Así que nada extraño es que presuntos, prófugos y culpables recurran a todo para no responder de los daños, saqueos y desastres causados. 

Afanosos y puestos a llegar a alguna tranza. Incluso a arreglos en lo oscurito,  efectivos y afectivos.

NO MÁS CONTINUIDAD DE LA IMPUNIDAD.

La obligación es precisa,  leyes vigentes así lo establecen. Además, el compromiso personal fue insistente y claro. Y por si fuera poco, la voluntad manifiesta de los veracruzanos es cambiar, empezando por no más impunidad.

Ahora a cumplir y hacer cumplir; o, a pasar a la complicidad. 

Por lo pronto, hay que exigir limpieza sin excepciones y poner ante la Justicia a todos los presuntos responsables que lo ameriten; y al mismo tiempo, dar paso a la oportunidad y realización de los cambios, para informarse y participar, para evitar que los desastres y pérdidas se repitan. 

Tiempo de pasar del dicho al hecho, de comprobar la responsabilidad cumplida o de denunciar  complicidad y culpabilidad advertida. 

Ante el cambio de responsables, de la representación y el poder público,  las preguntas se repiten, porque no solo no han sido contestadas; además, ahora se comprueba que no eran ni son exageradas.

¿En dónde están los miles de millones de pesos desaparecidos? ¿Qué hay de los involucrados, hasta hoy identificados? ¿Qué hacer con los caros e inútiles fiscalizadores del ORFIS, los contralores “fantasmas”, y los de la omisión del Congreso del Estado, irresponsables partícipes que durante años fortalecieron  el gran atraco? ¿Y el resto de la banda que abuso del gobierno? 

Las respuestas en acciones y no solo en declaraciones; los hechos determinaran si en verdad, no hay continuidad de la impunidad.

¿Hay y habrá excepciones y graciosas concesiones, de encubrimiento, protección e impunidad a ineptos y corruptos oficiales? ¿A qué costo y a beneficio de quién?

ENTREGA Y DECEPCIÓN.

Lo primero es lo primero. Toma de posesión, recepción y limpieza general, sin excepción; además administración honesta y eficaz, así como evaluación permanente y previsión oportuna.

No solo a unos si y a otros no, a conveniencia y beneficio personal. La discrecionalidad trae consigo complicidad e impunidad. Hace y fortalece culpables intocables.

Se debe insistir más allá del cansancio. Que no se diga que no se señaló y advirtió. Encubrir, proteger o fomentar ineficiencia y delincuencia en el gobierno agrava la situación, causa indignación y hartazgo, inconformidad y estallido social.

Ni modo hay que repetir que con solo declaraciones, moderadas o tremendistas, no se logran las soluciones; incluso, advertir que hechos y resultados positivos requieren, exigen más que buenas intenciones.

Además, reiterar a todos los nuevos presuntos responsables,  que la transparencia hace la diferencia. La opacidad genera rapacidad.