Es hora de fortalecer nuestras instituciones
José González Morfín (Abogado)
En mi anterior colaboración me referí a los resultados de las muy exitosas licitaciones la Ronda Uno que pusieron de manifiesto que valió la pena apostar por la reforma energética. Si volteamos los ojos a las otras reformas estructurales que se aprobaron en los últimos años, nos damos cuenta de que un denominador común en todas es que dieron lugar a nuevas y muy relevantes instituciones. Me parece buen momento para revisar qué ha pasado con esas instituciones y si están dando los resultados que de ellas se esperaban. De una primera impresión parece que el diseño institucional es el correcto y que la gran apuesta debiera ser fortalecerlas. Me referiré hoy a tres de esas instituciones que surgieron de las reformas estructurales aprobadas en los últimos años.
En primer lugar, el Instituto Nacional Electoral, que surgió como respuesta ante una realidad que demandaba actuar de manera firme ante la falta de transparencia y equidad en los procesos electorales de muchas de las entidades federativas, en los que persistían viejas prácticas y atavismos que ya se habían superado en ámbito federal y que sembraban dudas en los comicios locales. Ahora, en buena medida gracias a la reforma, los procesos electorales locales deberán tener la misma calidad que tienen los procesos federales y eso es bueno para nuestra democracia.
En segundo lugar, el Instituto Federal de Telecomunicaciones, que surgió de una legislación moderna e integral que ha venido trasformando a fondo la regulación de un sector que se había mantenido al margen de cambios importantes durante muchos años, frenando el desarrollo de una de las industrias más dinámicas en el mundo. La reforma abrió posibilidades de mejora en la competencia, el servicio y los precios que pagan los usuarios mexicanos, lo que es sin duda una buena noticia. También favorece la inversión y con ello el crecimiento económico y la generación de empleos.
En tercer lugar, la trasformación del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación en un organismo constitucional autónomo, uno de los principales logros de la reforma educativa, tiene por objeto poner al alumno en el centro, y garantizar, mediante un sistema formal de evaluación docente, que sólo los profesores más capaces estén al frente del aula para así mejorar la calidad de nuestra educación. Sólo con una educación de calidad México podrá salir adelante y ganar en un mundo global cada vez más competitivo.
Es fundamental que el Instituto Nacional Electoral demuestre en los hechos fortaleza e independencia que pongan más allá de toda duda su imparcialidad política y su capacidad para organizar comicios federales y locales. Es indispensable que el Instituto Federal de Telecomunicaciones haga buen uso de sus herramientas legales y de sus recursos humanos y técnicos, para ejercer su papel de órgano regulador fuerte e imparcial que dé certidumbre a las inversiones en el sector. Y qué decir del Instituto Nacional de Evaluación de la Educación, que tiene el enorme desafío de acelerar la implementación de la reforma educativa para evitar que quede en papel y en buenas intenciones.
Todas estas instituciones son un legado de nuestra generación al futuro del país. Es obligación de todos hacer que funcionen, que sean útiles, que su vida sea larga y su aportación sea positiva y duradera. Que no se conviertan en edificios huecos, sino que realmente representen una mejoría tangible respecto del arreglo institucional previo. Que quede claro a los ojos del ciudadano, que el alto costo económico que representan para nuestras finanzas públicas está bien justificado. No debe de haber ningún pretexto, está en juego el futuro del país.