Desde la tribuna 16/1/17

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La gallina de los huevos de oro

México vivió del petróleo. No es sorpresa que, ahora que ya no tenemos tanto crudo, estemos en aprietos.

Hace un par de días, al referirse al nuevo precio de la gasolina, el presidente Peña Nieto mencionó que “la gallina de los huevos de oro se nos fue secando”. El Presidente se refería a que el campo petrolero de Cantarell ya no produce lo que alguna vez produjo y, en consecuencia, el gobierno ya no recibe los ingresos correspondientes.

En su momento, Cantarell fue el segundo campo de petróleo del mundo: cuando fue descubierto y explorado -por ahí de 1975- se calculó que produciría enormes cantidades de crudo por alrededor de 40 años. Asimismo, el petróleo que contenía era de fácil acceso y estaba relativamente libre de impurezas. Por si fuera poco, todo eso ocurrió en un momento en el que el precio del petróleo se encontraba por las nubes. En concreto, Cantarell era un milagro hecho realidad.

¿Qué fue lo que hicimos con ese milagro? Lo tiramos a la basura. Al hacerlo, dejamos pasar la irrepetible oportunidad de cambiar a México para bien sustancialmente. Fuimos tan irresponsables -¡Tan estúpidos!- que, en vez de usar a Cantarell para que el país progresara, por muchos años lo utilizamos para pagar deuda externa (década de los ochenta) que adquirimos, supuestamente, para financiar el desarrollo pero que, en realidad, no resultó en progreso, sino en abusos, corruptelas, etc.

Después de eso, usamos el petróleo para medio sobrevivir la crisis de 1994, la cual, no lo olvidemos, fue producto de malas decisiones económicas y de problemas políticos de carácter interno, es decir, fue culpa nuestra y solamente nuestra. Luego, cuando además de tener crudo en abundancia éste se cotizaba a precios extraordinariamente altos, lo usamos para alimentar a nuestra creciente burocracia, así como para importar y subsidiar gasolina (sexenios del panismo en el gobierno federal) y darle más y más recursos a los partidos políticos, al INE, al INAI, etcétera. Por supuesto, mucho del petróleo del país no fue desperdiciado por el gobierno únicamente: el sindicato de Pemex tiene mucho que ver con ello también. Por ejemplo, los trabajadores de Pemex, gracias a subsidios de la empresa, gozan de tasas de interés preferenciales al contratar una hipoteca e, inclusive, reciben apoyos para gastos de notaría cuando compran una casa. Y ni hablemos de sus pensiones, las cuales deben estar entre las mejores del mundo. Los trabajadores de Pemex sí que se beneficiaron de Cantarell; el resto de los mexicanos no necesariamente.

Pero lo peor de todo es que no sólo no usamos a Cantarell para bien del país en términos de lo que hicimos con los recursos que generó, sino que el petróleo fue la excusa perfecta para no ejecutar, hace décadas, cambios que nos urgían y que, a la fecha, nos siguen urgiendo. En particular, el tener tanto petróleo evitó que se hiciera una reforma fiscal de verdad. En consecuencia, por décadas, México vivió, precisamente, del petróleo. No es sorpresa luego entonces que, ahora que ya no tenemos tanto crudo, estemos en aprietos.

Tiene razón Peña Nieto: ya no contamos con tantos ingresos petroleros como en el pasado. No tiene razón, sin embargo, cuando sostiene que “se secó” la gallina de los huevos de oro: no se secó; de la mano del PRI, del sindicato de Pemex, del PAN y de la clase política en general, le rompimos el cuello, la aventamos en agua hirviendo, la desplumamos, la guisamos y nos la comimos sin tener el menor cuidado de que, mientras estuvo viva, su legado fuera lo que pudo haber sido. Cantarell moriría tarde o temprano. La incapacidad, la irresponsabilidad y el cinismo de los políticos mexicanos son, al contrario, eternos. Así no se puede.