Economía Cotidiana 25/1/17

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La era Trump

Por Julio César Vega Olivares 

Como se esperaba, Donald Trump juró el cargo y pasó a ocupar la presidencia de los Estados Unidos,  país considerado como el más poderoso del mundo, desde luego por su poder bélico mediante el cual impone y respalda su sistema económico, la administración de la fábrica global y del mundo.  

Ahora Estados Unidos parece un país con una enorme reversión democrática, cuando la gente hace marchas multitudinarias de rechazo a la elección presidencial y el presidente es repudiado abiertamente en cadena nacional, esto por sus agresiones a amplios sectores de la población y también en el extranjero, ante la posibilidad de que cumpla sus promesas de campaña y  agreda a la economía mundial. Trump llega al poder con el nivel de aceptación más bajo de los últimos 10 presidentes de ese país.

En Estados Unidos la política está en crisis, fraudes electorales, la desconfianza en sus líderes, la incapacidad para alcanzar consensos de gobernabilidad y sus políticos que se comportan cada vez más como los de moral distraída de países del tercer mundo.

Por una parte Trump habla del desastre del presidente saliente Barak Obama, pero hay que considerar que Obama tomó a su país en una severa crisis económica la famosa “Subprime”, el colapso financiero de 2008 producto del fracaso de los postulados de la ideología neoliberal y, considerando todo eso, hizo un buen trabajo, resolvió y no se le apareció un Fobaproa como a México, aunque se le acusa de una capitulación ante los grupos de poder de Wall Street.  

En realidad esta crisis fue producto de un desastre de la economía norteamericana y sus socios europeos, que se mundializó, causada por los grupos de especuladores internacionales, algunos que precisamente operan en México, que son los que nos quiebran cada que se les ocurre y con sólo tres herramientas, las cuales son el dólar, la tasa de interés y la de cambio. 

BARAK OBAMA TOMÓ UN PAÍS EN UNA GRAN CRISIS EN ENERO DE 2009 

Por lo pronto, Trump desaparece el sistema de salud pública denominado Obama Care, y ya firmó el documento mediante el cual se retira del acuerdo transpacífico y ahora va por el Tratado de Libre Comercio que tiene con nosotros y Canadá y que seguramente piensa renegociarlo, pero no para ayudarnos sino para profundizar sus efectos, es decir, aumentar el grado de explotación y extracción de excedentes económicos, pero ¿qué más quiere el Sr. Trump? Ya le endosamos la economía, se le entregó todo en el tratado actual hasta lo que no estaba previsto, en su afán de quedar bien con el imperio los presidente se apresuraron a entregar todo como adolescentes apremiadas, ahora quiere las escrituras del país y además reitera la amenaza de aplicar impuestos a empresas norteamericanas que se trasladen al extranjero, México ni es su prioridad, ni le importamos, su odio es clarísimo apoyado en sus criterios racistas y sexistas. 

Trump desde sus primeros actos de gobierno endurece su discurso y corta cartucho, sigue con el muro y los ilegales, reitera que los deportarán sobre todo aquellos con antecedentes penales, pero el asunto no es limitativo y las remesas que se envían a México son ahora fuente de disputa y siguen en riesgo.

Por lo pronto, grupos norteamericanos ya demandaron la destitución de Trump por violar la constitución al recibir pagos de gobiernos extranjeros en sus empresas, y lo que sigue. 

Que México es socio indispensable de Estados Unidos como indicó el Secretario Videgaray es de risa, de standopero de barrio, casi  una ocurrencia genial de Pedro Aspe por la relación asimétrica entre ambos países, es como si alguien compra el Windows 10 y piensa que por eso es socio de Bill Gates,  nuestra dependencia nos quita soberanía y autodeterminación, como negociar con un gigante que avasalla y de cuya economía estamos colgados servilmente, y es que sólo tomaremos las migajas como siempre. 

Parece que sólo el gobierno le ve bondades al tratado de libre comercio actual, ninguna de sus promesas en el discurso se cumplió, pero contemos sus consecuencias reales, la invasión comercial, la caída de las barreras arancelarias, el aumento de la pobreza, la brutal contención salarial, el crecimiento de la economía informal, la devaluación, la especulación, la migración, la enorme dependencia y más, deberíamos darlo por terminado, gradualmente, para ajustar la economía y redirigirla al mercado interno, y generar empleo y bienestar en el país, pero la deuda no nos deja, tenemos obligadamente que exportar, no para beneficiar a México y crecer, sino  para pagar el tributo al imperio, esa es la realidad; y así como vamos sólo empeoramos nuestra relación estructural, pues cada vez debemos más. 

Canadá ya ha dicho que en el caso del TLC negociará por su lado, incluso al margen del tratado y deja sólo a México, nosotros ni las manos metemos y luego mandan al secretario de Economía, un yesman, entreguista, aunque parece que ambos países México y Canadá han capitulado antes de empezar.