Destino Manifiesto

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Trump, el demente más poderoso de la tierra

Por Rafael García Garza

Es importante recordar la historia de los afanes dominantes y expansionistas de los norteamericanos, ante el escenario conformado por el agresivo comportamiento de Donald Trump, nuevo presidente de los Estados Unidos, que ha dedicado buena parte de su primera semana de mandato para atacar a México y amenazar a los emigrantes. La ofensiva ha sido constante y puede llegar a cualquier extremo, incluso a brotes de agresión y violencia alentados por el discurso del odio contra los México-norteamericanos. Contaminó la diplomacia y hoy día impera la incertidumbre y el temor pues no se sabe bien a bien con qué nuevo tema o agresión el presidente norteamericano sorprenderá en su Twitter, que al parecer se ha vuelto su vehículo preferido para llevar por el mundo las malas nuevas.

Desde el siglo XIX, el gobierno norteamericano se distinguió por su propósito expansionista. Todos sus movimientos se guiaban por una doctrina llamada “Destino Manifiesto” que significaba América para los Americanos. Texas, fue parte del afán imperialista y de expansión gringo y se independizó de México. La posterior invasión de nuestro territorio por tropas americanas que entraron por el norte y por Veracruz hasta llegar a la Ciudad de México, donde después de un año y medio de una lucha desventajosa, se firmó el Tratado de Guadalupe Hidalgo, en la Villa de Guadalupe el 2 de febrero de 1848, otorgando la cesión territorial a favor de los Estados Unidos de una amplia zona a lo largo del límite del río Grande en Texas, que comprende Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah y partes de Wyoming, así como la titularidad de California.

En su libro, Las Invasiones Norteamericanas en México, el maestro Gastón García Cantú, escribe la siguiente dedicatoria: “A la memoria del mexicano que disparó, certero, contra el soldado norteamericano que izaba la bandera de las barras y las estrellas en el asta del Palacio Nacional de México, el 13 de septiembre de 1847”. La lectura de esas palabras produce escalofríos. El primer intento de izamiento fue fallido, pero ese mismo día la bandera norteamericana terminó ondeando en Palacio Nacional de la Ciudad de México en uno de los días más sombríos de nuestra historia.

La invasión norteamericana que mencionamos fue la demostración en el campo de batalla de la doctrina del Destino Manifiesto, que incluía la certeza de que los Estados Unidos, tendrían que expandirse de costa a costa, sin importar que tuvieran que pasar sobre otro país. México, perdió entonces más la mitad de su territorio.

Relaciones peligrosas

Desde entonces, hemos sostenido una vecindad más que complicada que llevó al presidente don Porfirio Díaz a decir su célebre frase: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”. Su vigencia se ha comprobado varias veces antes de Trump, en la historia de nuestras relaciones. Uno de los casos paradigmáticos fue la Decena Trágica, el estallido de violencia brutal que causó cerca de mil muertos en la zona centro de la ciudad y que se registró en el marco de la traición de Victoriano Huerta a Francisco I. Madero. La traición se fraguó en febrero de 1913 en la embajada de Estados Unidos con el insufrible Henry Lane Wilson, que fue el autor intelectual del golpe y desde entonces quedó claro para todos que el apetito intervencionista de los norteamericanos no conocía límites. Eran, lo han sido, capaces de cualquier atrocidad.

Un año después del Pacto de la Embajada, los norteamericanos atacaron Veracruz y se quedaron en el puerto más de medio año. Mucha gente ha preferido olvidarlo, pero hace cien años todavía los norteamericanos realizaban operativos militares contra México. Los hizo a lo largo del desarrollo de la Revolución, para apoyar a un grupo o debilitar a otro, siempre de acuerdo a sus intereses geopolíticos.

Las relaciones diplomáticas entre los dos países se han interrumpido en tres ocasiones: del 28 de diciembre de 1836 al 7 de julio de 1839 (durante la Independencia de Texas); del 28 de marzo de 1845 al 2 de octubre de 1848 (en el transcurso de la intervención estadunidense); del 18 de marzo de 1913 al 3 de marzo de 1917 (durante la Revolución mexicana).

Por eso, los estudiosos sostienen, sin espacio para la duda, que hemos crecido como nación por la respuesta que hemos dado a la vecindad con Estados Unidos. Hemos sido, lo seguimos siendo, el país más agraviado por los Estados Unidos, que ha tenido a lo largo de su historia periodos largos de capitalismo salvaje, justo como el que estamos viendo emerger con Donald Trump.

El propio García Cantú dice en su libro sobre la invasión norteamericana, que del rechazo a las exigencias de Estados Unidos se debe, en buena medida, el desarrollo independiente de México.

Intervención imperialista

Por su parte, el general Lázaro Cárdenas, creador de la nacionalización de los ferrocarriles y la expropiación petrolera, durante su gestión como Presidente de México señaló: La fuerza fundamental que bloquea el desarrollo de América Latina, es el imperialismo norteamericano. Frase que repetiría a lo largo de su vida.

Posteriormente el nacionalismo se volvió el eje conductor del gobierno de Adolfo López Mateos, quien inteligentemente evitaría que los Estados Unidos intervinieran en los asuntos nacionales.

Durante su periodo, 1958-1964, la relación con Estados Unidos sería importante y se articularían nuevas estrategias en política exterior, como el hecho de buscar diversificar las relaciones comerciales y políticas en el mundo y en muchos casos de reacción contraria frente al vecino del norte. Mantuvo su apoyo a Cuba, y solucionó favorablemente para México la disputa por el territorio de El Chamizal.

El ex presidente Ernesto Zedillo ha dicho en un reciente artículo que el gobierno de México siempre ha sido respetuoso con Donald Trump y el presidente Peña Nieto ha pagado un alto costo político por tratar de hacer las cosas de manera constructiva. Para el ex presidente lo más probable es que Trump no renegocie el TLC sino que lo cancele de manera definitiva. Zedillo calificó de pérdida de tiempo tratar de complacer los caprichos del presidente Trump. Cerrar el TLC será perjudicial para México, pero mucho más, para Estados Unidos. Zedillo coincidió con los actores políticos mexicanos que han sugerido que el Gobierno busque apoyo de instancias internacionales; en el caso del TLC, con la Organización Mundial de Comercio. Calificó al muro como una estructura abominable.

Auténtica Unidad Nacional

Desde que el pasado 8 de noviembre que se conoció el triunfo en la elección presidencial de Estados Unidos, se alzaron voces diciendo que era necesario un replanteamiento total de la relación de nuestro país con Estados Unidos. Las reglas del juego sufrieron a partir de ese día cambios radicales y, por lo tanto, se hicieron astillas viejos paradigmas. Quedó claro que nuestra nación necesita una verdadera política de Estado orientada a reposicionarse en la Unión Americana. El gobierno no puede ir solo, requiere los acompañamientos de los grupos políticos, organizaciones empresariales, universidades, y grupos de la sociedad organizada. Fue, como se dijo en su momento, un triunfo sorpresivo pero desde el principio quedó claro que estábamos ante un cambio de dimensiones históricas. Un punto de inflexión, pues las cosas entre México y Estados Unidos no volverán a ser iguales.

De nada sirve a estas alturas restarle relevancia a la crisis de la relación bilateral. Es un momento de riesgo, Trump puede atacar a México en varios frentes, además del comercial: La ofensiva contra los mexicanos que radican en Estados Unidos, a quienes el Gobierno Mexicano intentará proteger; obstaculizar el envío de remesas a México; la construcción del muro fronterizo, con el absurdo de que un país le exija a otro el pago de una obra dentro de su territorio. La única forma de que ninguna presión nos doble es presentando un frente unido, pero no de dientes para afuera, sino con unidad real, verificable y dinámica para responder rápido a los agravios que se han dejado caer como cascada. La sociedad mexicana y grupos importantes en Estados Unidos se han manifestado en contra de las locuras del demente de Trump. Es sin duda un momento de unidad nacional y solidaridad internacional, es la gran oportunidad de probar nuestras fortalezas como país ante las embestidas de un locuaz.

¡Viva México!, con Trump o sin Trump.