Número cero 20/2/17

el

AMLO, round de sombra

Por José Buendía Hegewisch

Hoy va solo hacia la candidatura por la falta de contrincantes claros.

Andrés Manuel López Obrador se conduce hacia 2018 como si llegar a Los Pinos, en el tercer intento, fuera casi destino ineluctable. A 18 meses arma gabinete. Es su mayor oportunidad de ganar la Presidencia, tras impugnar la derrota dos ocasiones y sufrir sus propios boicots con las mismas caídas. En cierto modo, hoy va solo hacia la candidatura en round de sombra contra sí mismo por la falta de contrincantes claros y, sobre todo, frente al recuerdo de descalabros autoinfligidos, pero también necesitado de revertir la desconfianza sembrada por sus oponentes entre empresarios y clases medias.

Aun sin ser candidato presidencial de su partido, tal su seguridad, el líder de Morena presentó al equipo que elabora lo que llama Nuevo Proyecto de Nación 2018-2024, con el que anuncia abrir una consulta para construir y consensuar la plataforma de gobierno. Su presentación es una inscripción de razón pública de intenciones y, por tanto, a ella se retrotraerá en el futuro el análisis de compromisos, ¿nueva estrategia, nuevo discurso?

La exhibición del equipo de campaña es en sí misma un mensaje político para transmitir apertura y pluralidad, que sobre todo busca alejarse de la crítica sobre el liderazgo personalista y providencial que lo dañó en el pasado. “El renacimiento de México no es tarea de un solo hombre, sino de la suma de voluntades…”, explicó Morena sobre la inclusión de empresarios como Poncho Romo en la coordinación del equipo, de políticos ligados al PRI de Ernesto Zedillo como el exsecretario de gobernación Esteban Moctezuma, también vinculado al Grupo Empresarial Salinas en la Fundación Azteca; junto con escritoras como Laura Esquivel y mujeres cercanas como la delegada de Tlalpan, Claudia Sheinbaum.

Su integración habla también de la formación de una coalición de poder con polos económicos fuertes del país. El equipo, al que también se incorpora Miguel Torruco, exsecretario de Turismo de la CDMX y consuegro de Slim, es un recado a los empresarios cuando bajan las resistencias a su candidatura. La desconfianza que los llevó en 2006 a ponerse en su contra por considerarlo un “peligro para México” ha dado paso al beneficio de la duda, a medida del desencanto con los resultados del regreso del PRI al poder y la creciente amenaza de Trump para México sin respuesta del gobierno. Junto con el ofrecimiento de su equipo de propuestas “razonables” que inoculen también el cuestionamiento de populismo y promesas incumplibles como la independencia energética en tres años. Un cinturón de seguridad para un aspirante que camina con contrincantes débiles e identificados con el statu quo de los gobiernos panistas o con el peso de la desaprobación de Peña Nieto.

También hay un giro en su discurso hacia la clase media con el cuestionamiento al uso desproporcionado de la fuerza de la Marina en el operativo en Nayarit, en el que cayó El H2 por implicaciones en violaciones a derechos humanos. El reclamo por su protección en operativos de seguridad no ha sido relevante en su agenda, que atribuye el problema del crimen y la delincuencia básicamente a la pobreza y la desigualdad. Las víctimas de la inseguridad mueven el malestar social, junto con temas que forman parte de su discurso, como la denuncia del abuso del ejercicio del poder (la mafia) o la corrupción durante casi los mismos 14 años que lleva en campaña. Las fuentes del descontento y el voto antisistema que hoy es el único que logra capitalizar en las preferencias electorales.

López Obrador lidera todos los sondeos, pero sin superar 30% de las preferencias electorales, un porcentaje similar a los indecisos y cuando los otros partidos aún no tienen candidato. Caminar como si llegar a la Presidencia fuera trámite electoral puede ser buena estrategia, pero aún dependerá de cómo reciban su mensaje empresarios y clases medias.