Manuel Zepeda Ramos - 25 años
Piedra Imán
Manuel Zepeda Ramos
25 años
Salinas. El candidato de Miguel De La Madrid en plena campaña presidencial. Bartlett y otros más quedaban en la final a un lado del terreno electoral, entre ellos Cuauhtémoc Cárdenas.
El chapulineo empezaba adquirir condiciones de naturaleza mexicana para alcanzar niveles inauditos. Quien dijo que con el siglo XXI estábamos asistiendo al fin de las ideologías, seguramente se dio una vuelta por nuestro país en esa época.
El Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, el PARM, lanza como candidato a la Presidencia de la República al hijo del Tata y, poco tiempo después Heberto castillo, que había ganado la final de su partido para ser candidato del PMT, declina el encargo ganado a favor de Cuauhtémoc Cárdenas, convirtiéndose automáticamente el hijo de don Lázaro y doña Amalia en el candidato de la izquierda.
Así fue.
Todos los priistas amargados que no quisieron seguir en la militancia porque alguno de los muchos candidatos no fue, se sumaron de inmediato al nuevo prospecto con sueños que alimentaban poder continuar en aquello que el tlacuache Garizurieta inmortalizó. También los jóvenes universitarios e intelectuales de izquierda ya reclutados por el ingeniero Castillo, se sumaron a la búsqueda del triunfo.
Allí empezó la tragedia de las equivocaciones.
Con las movilizaciones obtenidas daban por hecho alcanzar el triunfo sin tomar en cuenta que un asunto fundamental en la tarea electoral es la organización al respecto. Mientras no exista un aparato en ese sentido que garantice la presencia en cada casilla instalada en todo el país de representantes de partido, la elección corre el riesgo de perderse. Todo el entusiasmo demostrado en los mítines -el de Xalapa fue impresionante, lo recuerdo claramente-, se hizo polvo a la hora de la verdad, a la hora de la elección nacional. Un gran porcentaje de casillas en todos los estados de México, salvo el Distrito federal que habría de darle después a la izquierda grandes satisfacciones como triunfos en las urnas, carecieron de representantes electorales y eso en México es como si en la guerra no actúas con vanguardia y retaguardia.
Lo demás ya lo conocen.
Pierde Cuauhtémoc la primera elección presidencial, pero nace el Partido de la Revolución Democrática, el PRD, que se vuelve absoluta propiedad del hijo del General. Como en los peores momentos del PRI, Cuauhtémoc Cárdenas -que reclamaba el hecho cuando era militante del PRI que lo hizo diputado, senador y gobernador de Michoacán-, palomeaba todos, absolutamente todos los candidatos del PRD en el país.
Vino la segunda y la tercera derrota por la presidencia de la república, pero también las victorias del Distrito Federal en donde finca sus territorios con sus tribus legendarias que llegaron a alimentarse con los salarios de tiempo completo, por ejemplo, que les pagaba la universidad fallida creada por el Peje para vergüenza universitaria.
Hace unas horas, el PRD “celebró” sus 25 años de existencia. “Hoy estamos más alejados del futuro que nos imaginamos”, dijo un Cuauhtémoc Cárdenas deprimido con ocho décadas de vida. Criticó a las tribus de las que él fue beneficiario. Pidió un líder que pueda llevar a buen puerto las próximas elecciones presidenciales, en alusión personal. De pena ajena.
Para rematar, como si fuera un terrible presagio de que los jóvenes ya no están en el PRD, la fiesta del zócalo, otrora radiante y repleta, lució triste y vacía a pesar de la música que a los de poca edad les gusta.
El PRD cumplió 25 años, pero parece que tiene la edad de su líder que quiere volver a ser candidato.
Estoy seguro que el ratón Velasco, Valentín Campa, Demetrio vallejo, Pepe revueltas, Pablo Pascual, entre muchísimos otros militantes de la historia de la izquierda en México, los que sufrieron persecución, cárcel y muerte, junto al ingeniero Castillo, deben estar revolcándose en su tumba, de coraje, porque la actual izquierda en México los avergonzaría.
Hoy el PRD es una piltrafa, que no quisiéramos que así fuera.
Es triste.