Cárdenas por Cárdenas
Por Fernando Mayans Canabal
Apasionado por la historia de México, con predilección por el siglo XX, sobre mi escritorio de trabajo está la biografía del general Lázaro Cárdenas, quien gobernó el país de 1940 a 1946, escrita por su hijo, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, con una cálida dedicatoria, que mucho agradezco.
El volumen es muy generoso. Poco más de 700 páginas de texto, sin incluir bibliografía, enriquecido con una espléndida selección fotográfica que los lectores hubiésemos querido más amplia por los acontecimientos históricos del biografiado y de la época rica en sucesos que le tocó recorrer en su tránsito por la vida pública de México.
Reveladora y curiosa, la foto en que niños —incluido el propio ingeniero Cárdenas— entregan en 1938 el cochinito con sus ahorros, solidarios con la política nacional de expropiar el petróleo. ¡Cómo quisiéramos que ese sentimiento de auténtica solidaridad fuera uno de los puntos de unión hoy entre pueblo y gobierno! Esto para bien de la nación y no de grupos o personas en particular. No quiero omitir un detalle, esta biografía del general Cárdenas me reencuentra con la imagen suya que siempre vi en los libros de historia, sólo que en esta foto de tonos grises se percibe en su mirada lejana la fuerza interna de su energía, y en su gesto serio y adusto, al verdadero hombre de carácter.
Esta nueva biografía tiene una novedad en todo lo escrito sobre el ex presidente, y es que cubre todas las etapas de su vida: desde nacimiento y niñez en 1895 hasta su muerte en los últimos meses de 1970. En ese periodo se formaron instituciones que hoy son patrimonio del país y se forjaron hechos y costumbres de nuestra vida pública que hoy perviven. Sin olvidar los sucesos de nuestra América, en los que el general Cárdenas participó, como lo fue su apoyo a la Revolución Cubana, y los avatares de la política mundial, a la que se mantuvo atento en su interés de estadista por identificar las nuevas tendencias sociales.
Los estudiosos de la política en México y los especialistas en el periodo cardenista sólo habían enfocado problemas particulares de su gobierno, por ejemplo, la Expropiación Petrolera o la Reforma Agraria, el movimiento obrero, su política exterior, pero no se habían centrado en la figura propia del ser humano, firme para el ejercicio del poder y sensible, a la vez, en la toma de decisiones de gran trascendencia histórica. Esa sensibilidad de la que escribo se hace visible en su epistolario, citado con profusión en las páginas a las que he podido asomarme. En nuestros días, la sensibilidad del hombre de poder parece haberse extinguido; y las cartas, el poder del pensamiento a través de la letra escrita, parece desaparecido por completo en la era del internet y la rapidez. Lamentable, pero así es el signo de los tiempos.
Revisé con placer los 25 capítulos de la biografía, pero decidí centrarme en uno de ellos: la ruptura con el general Plutarco Elías Calles. Sin hipocresía, el general Cárdenas reconoce deberle mucho en su carrera al sonorense, pero reprocha, ante la página en blanco donde se sincera, que, pese a su mucha experiencia, Calles no repare en el hecho que al hacer política contraria a su gobierno, vulnera al país y, de paso, ofende su autoridad. Las cartas y comunicados y la narración sobria del libro dejan clara la actitud paciente del general Cárdenas ante Calles y sus amigos, y cómo, cuando decidió expulsar del país al llamado Jefe Máximo, no hubo vuelta atrás.
En ese capítulo me interesaron mucho las menciones a la figura de Tomás Garrido Canabal, a quien el general Lázaro Cárdenas siempre respetó como un hombre de ideas avanzadas para su tiempo y a quien reconoció la virtud política y personal de la lealtad. No es gratuito que en las elecciones presidenciales de 1940 el general Cárdenas declaró que había dado su voto como ciudadano en favor de Garrido y que, en la crisis por el asunto Calles, le pidió que permaneciera en el gabinete presidencial, cosa que el tabasqueño no aceptó y se marchó en un exilio casi voluntario a Costa Rica, donde construyó una historia propia antes de verse afectado por la enfermedad que terminó con su vida en 1943. Espero completar pronto los capítulos que me faltan de tan espléndida biografía para compartirlos con ustedes.