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¿Un homicidio inexplicable?

Por Sara Moirón/Proceso

Antonio Madrigal Mendoza el hombre que victimó al líder petrolero Heriberto Kehoe Vincent- fue un trabajador que nunca ocultó su disidencia con los sistemas impuestos por la mafia que en aquel entonces controlaba y manejaba al sindicato petrolero bajo el férreo mando de Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”.

Con 48 años, corpulento, alto, moreno claro, nunca se distinguió como hombre agresivo, mucho menos capaz de matar.

¿Por qué entonces la muerte de Kehoe y las lesiones de Oscar Torres Pancardo y Mauro Melo, secretario general y presidente del Consejo de Vigilancia de la Sección 30 con sede en Poza Rica?

Quizá su desesperación rebasó los límites, ante la inutilidad de todas sus gestiones para que se corrigiera la injusticia de que se había hecho víctima al rescindirle el contrato Sabía -como lo saben muchos trabajadores, que aunque formalmente es la empresa la que comunica la rescisión, ésta se origina siempre en una gestión del sindicato.

El 14 de octubre del 1976 se efectuó una asamblea departamental del Complejo Petroquímico en donde prestaba sus servicios Antonio Madrigal Mendoza Discutió y llegó a los golpes con el también trabajador Víctor González Ramírez, conocido como adicto a Kehoe y Torres Pancardo Esa misma noche, cuando Madrigal terminó su turno de trabajo y aún dentro de las instalaciones industriales, González Ramírez lo agredió y lo hirió gravemente con un cuchillo Fue recogido por una ambulancia de Pemex, internado en el hospital y su ausencia del trabajo estuvo día a día cubierta por incapacidades médicas

Cuando estaba hospitalizado -y esto consta en el acta levantada ante el Ministerio Público- recibió la visita de Pedro Vidal, secretario de ajustes del Departamento de Servicios Auxiliares; Noé Benítez Zeleta, delegado departamental y Oscar Torres que era entonces secretario del Interior del Comité Ejecutivo de la Sección 30, y uno de los heridos por Madrigal ¿Qué le pidieron? Que no hiciera nada, que no dijera nada; ellos iban a arreglar todo.

La verdad era otra.

Desde el 30 de ese octubre, se le había suspendido el pago de sus salarios y los escasos ahorros se agotaban

El 29 de diciembre decidió hacer la denuncia formal en contra de su agresor, Víctor González Ramírez Tampoco sirvió de nada Al contrario El 12 de enero de aquel año recibió la comunicación oficial de PEMEX (no 820-73-000-5-0250, expediente N47-13413-12) firmada por el jefe del Departamento de Personal, Alfonso Villabardet Orizaga comunicándole que su contrato quedaba rescindido en vista de que, según la investigación administrativa, era directamente responsable del “incidente” suscitado con Víctor González Ramírez Este último no recibió ninguna sanción

El 22 de febrero presentó demanda ante la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje con la asesoría jurídica del licenciado Bonifacio Mundo Chacón, quien en uno de los párrafos del documento señalaba que Víctor González Ramírez, “asesino en potencia, fue encubierto por médicos y autoridades administrativas de PEMEX quienes atendieron al lesionado y omitieron y aun se negaron a dar participación a la autoridad judicial correspondiente, incurriendo en delito de responsabilidad profesional y patronal, toda vez que existió la comisión del delito de ataque peligroso, lesiones, homicidio en grado atentativo, etc”.

Como un último recurso, intentó entrevistarse con el dirigente nacional Heriberto Kehoe Vincent, ya que ésta hacía una visita a Poza Rica. Se preparaba a asistir, por primera vez como líder nacional de los petroleros a la ceremonia del 18 de marzo.

Sin embargo, Heriberto Kehoe ya no pudo asistir a la ceremonia Ese 28 de febrero de 1977, a las 10:30 de la mañana, salía del restaurante acompañado de sus colaboradores y custodiado por varios agentes de seguridad personal.

Se abrieron las puertas del restaurante, salieron dos guardias de seguridad seguidos por los dirigentes sindicales Se dirigían a sus autos en los que los esperaban otros guardias De entre ellos, salió uno que se lanzó sobre Kehoe, al tiempo que sacaba una pistola y le vaciaba todo el cargador

A la primera detonación, todos los guardias personales desenfundaron sus armas para acribillar a balazos al agresor La acción, ataque y contrataque, fueron fulminantes En el piso yacían los cuerpos de “El Güero” Kehoe y de su asesino, Antonio Madrigal Mendoza.