Nudo gordiano 25/3/17

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Por Yuriria Sierra

¿Destape, madruguete, desesperación?

Por si nos quedaban dudas, 2018 ya empezó, y eso que no vamos ni a la mitad de 2017. En el gobierno federal andan muy activos y animosos respondiéndole a Andrés Manuel López Obrador, quien tampoco se ha quedado callado y sigue en su capítulo con el Ejército. Todos andan nerviosos con los números de las encuestas, aunque el único seguro es López Obrador, no sólo porque aparece puntero, sino porque no hay batalla al interior de su partido, sabemos desde ya que el candidato será él. Que sufran en los otros partidos, pues. Y claramente, eso es lo que está ocurriendo.

Justo por eso es que vale la pena detenernos en lo que sucedió ayer, durante la ceremonia de homenaje luctuoso que los priistas le rindieron a Luis Donaldo Colosio con motivo del aniversario 23 de su muerte. El evento se realizó en la explanada de las instalaciones del tricolor en Av. Insurgentes Norte, en la Ciudad de México, y más allá de la finalidad de éste, lo interesante fue saber quién fue designado “orador único”: José Narro. Y es que en la tradición priista, sobre todo la que se teje bajo la sombra del último de sus caudillos, como lo es Colosio, quien logra pararse bajo esa figura no es por casualidad. Llevamos meses escuchando y especulando sobre quién será la apuesta del gobierno federal para 2018, por aquello de que la coyuntura ha ido desinflando a varios personajes que antes se veían más seguros. José Narro ha ido apareciendo más como una posibilidad, y hasta él mismo ha jugado con la idea de ser el “Bernie Sanders mexicano”, como se lo dijo a mi querida Ivonne Melgar hace unos meses en entrevista. Su lugar como exrector de la UNAM, cercano al estudiantado, con una trayectoria intachable y desde hace meses puesto bajo un reflector altamente mediático, como lo es la titularidad de la Secretaría de Salud, llevó a Narro a ser considerado el “orador único” del homenaje que los priistas le rindieron a Colosio, ese último personaje que los hizo hizo verse de carne y hueso. Cuántos habrán querido ser elegidos para dirigir unas palabras al partido (y al país) desde ese escenario. Cuántos habrán querido pararse bajo la figura de Colosio para posicionarse como parte de esa generación de políticos que el excandidato presidencial les representa. A mí me huele a destape, o a madruguete, o a “vamos a ver qué hacemos para construir un candidato porque nomás no lo hemos logrado en cuatro años”.

Y es que basta ver los números de las últimas encuestas. El PRI va tercero en todas. En todas. Y con ninguno de sus posibles tapados o tapadas es competitivo. Quizá por eso ahora se mide a quién sería el menos raspado de todos los que quisieran aparecer en la boleta electoral con las siglas del PRI. Por ejemplo, SDP Noticias publicó una el pasado 6 de marzo, en la que a la pregunta de “¿quién le gustaría que fuera el candidato del PRI?, el rechazo a todo el gabinete es abrumador. Casi todos en una sigla, por debajo de 10%. De hecho, sólo Narro, el secretario de Salud, registró 24.5%. El segundo lugar es Ivonne Ortega, con 9.8%, y luego Miguel Ángel Osorio Chong, con 9.4%. El PRI atraviesa su peor momento de perspectiva electoral para una elección presidencial en las últimas cuatro décadas. Ni siquiera cuando la elección de Roberto Madrazo (en la que perdieron por primera vez la Presidencia) tenían estos pésimos augurios.

Lo cierto es que a los priistas la desesperación se les nota en esto y en varias pistas más: como contaba -por ejemplo-, mi queridísima Ivonne Melgar certeramente en su sección de #LosSoplones en el programa Ya Cierra en Imagen Radio, son los priistas los que estarían detrás de la última fase de la crisis del PRD en el Senado. El golpe a Alejandra Barrales tendría como destinatario a Miguel Ángel Mancera: en famosísimo “te lo digo Juan, para que lo entiendas Pedro”. Pero si en el PRI creen que esas guerras de alta intensidad en lo oscurito y por debajo de la mesa les van a ganar aprobación y voluntades electorales, claramente estarían probando que 18 años no han sido suficientes para entender de qué sí y de qué no se trata la competencia democrática... Me decía anteayer Omar del Valle Colosio que “los priistas se consumen a sí mismos, envueltos en su propio aplauso”. Porque ellos sí que siguen aplaudiéndose a sí mismos, y es el espejismo que les impide ver que ya nadie más lo hace.