Opinión 3/5/17

el

PRI, PAN, PRD y Morena: más de lo mismo

Por Armando Ríos Piter

Por más notorias que sean las protestas en las redes sociales en contra de actos de corrupción de los partidos políticos, existe entre éstos sordera y un cinismo sin límite, que exhiben en todo momento, principalmente ahora que hay campañas electorales en cuatro estados de la República.

Los partidos políticos -PRI, PAN, PRD y Morena- continúan inmersos en el uso de todo tipo de dinero y el salpicadero de lodo. Esto, como si no abundaran actos despreciables cometidos por políticos de todos los calibres que han puesto el nombre de México en la picota del desprecio más allá de nuestras fronteras. Lejos de apenarse y corregir, parece que no hay fijón. Se mantienen en la desvergüenza y en las explicaciones más absurdas.

Estos partidos, pues, se han convertido en parte del problema y no de las soluciones. He repetido que el circuito de corrupción tiene que ver con varias palabras que también empiezan con la letra C. Se origina en las Campañas políticas, que demandan dinero lícito y no lícito para la Compra de votos y que, después, generan Clientelas políticas y, una vez que ganan el poder, pagan el apoyo de los Compadres con suntuosos Contratos. Partidos que aceptan “billete”, venga de donde venga, incluido el crimen organizado, con tal de contar con lo suficiente para enfrentar cualquier imprevisto y hasta para que sobre para un guardadito.

La ciudadanía percibe que todos los partidos padecen las mismas mañas en cuanto a corrupción y eso los convierte en parte del problema. De aquí que el resultado trágico se traduzca en la falta de opciones, debido a que el único recurso es votar por el menos peor, sin poder elegir a los mejores.

El gasto público de los procesos para las elecciones de este año en Nayarit, Estado de México, Veracruz y Coahuila, será de aproximadamente cuatro mil 200 millones de pesos. Estudios señalan que por cada peso público hay cinco adicionales, lícitos o ilícitos. Por ello se calcula que estas campañas emplearán un aproximado de 25 mil millones, es decir, el mismo gasto que como país se empleará en ciencia y tecnología.

Y, por otro lado, está un panorama nacional demoledor.

Sólo en Veracruz, el partido tricolor, en la Cámara de Diputados, exoneró apenas al diputado Tarek Abdalá, operador de Javier Duarte, acusado de peculado y malversación de recursos públicos por 23 mil millones de pesos. También decidió no desaforarlo con el absurdo argumento de que tiene un amparo, pese a su importancia para entender la red de complicidades durante el gobierno pasado. El PRI prefiere protegerlo a resarcir su propio desprestigio.

Las incongruencias de este organismo político son abismales. Al tiempo que decide cortar la filiación a Humberto Moreira, por contender en Coahuila para una diputación por el Partido Joven, guarda silencio de todas las fechorías que se le imputan y por las cuales es señalado en Estados Unidos, junto con muchos de sus colaboradores, de lavar dinero y de cometer otros actos ilícitos.

Hay que señalar que los escándalos no son exclusividad del PRI. Como “aprendices o reciclados”, Morena, organismo de reciente creación, ha avanzado rápido en materia de hacer de la corrupción un arte. Los videos de Eva Cadena, diputada local por este partido en Veracruz, recordaron el episodio de “las ligas” y otros videoescándalos protagonizados por perredistas en tiempos de AMLO.

Más aún, en el Estado de México, la exposición de recibos con descuentos de 10% a trabajadores de Texcoco, durante la administración de Delfina Gómez, es otro mal ejemplo.

Y, en Coahuila, el candidato del PAN, Guillermo Anaya, está acusado de entregar tarjetas bancarias por un monto de 70 millones de pesos.

Los argumentos de defensa llegan a lo irracional. No hay condenas a la corrupción y se evidencia que la moral de todos los partidos es la misma. Los ciudadanos han prohijado la idea de que todos son lo mismo. Igual indignan las imágenes de toma y daca que las excusas para deslindarse de responsabilidades, como: “Le pusieron un cuatro”, “es que ella tomó muy poquito, comparado con lo mucho que otros han robado”; o “que roben, pero que no sean los de siempre”.

Por eso, la única ruta real para cambiar la situación actual son las campañas con recursos mínimos, que garanticen independencia de los intereses facciosos y de la cooptación de unos cuantos compadrazgos. Aquí está el camino y la esencia para el triunfo de un movimiento independiente de verdad.