Economía sin lágrimas
¿Y la fórmula, apá? ¿Tan pronto la arrumbaron?
Por Ángel Verdugo
Seguramente usted recuerda el ruido que provocaron, tanto lo que hoy conocemos como el nuevo gasolinazo como el proceso de la olvidada apertura total del mercado de los tres combustibles -dos gasolinas y diesel- y la ridícula e irreal calendarización fijada por una burocracia la cual, ante el fracaso de su ocurrencia, nada han dicho.
En los tiempos que corren, todo aquél medianamente informado de la realidad de dicho mercado, no cesa de reírse a costa de las declaraciones triunfalistas, carentes de sustento, que al respecto tuvieron a bien emitir en su momento, Meade y Messmacher.
Ahora bien, ¿para cuándo podríamos esperar que el mercado de los combustibles -no únicamente el de los tres actuales-, fuere uno real y efectivamente abierto a la oferta y demanda? ¿Le parecería razonable si le contestare que, muy posiblemente en unos cuatro o cinco años cuando menos, si el proceso no lo descarrila esta burocracia y la que llegará el 1 de diciembre del año 2018?
¿Qué tenemos hoy, en lo que se refiere al proceso de liberación de dicho mercado? En pocas palabras, ¡nada! Las cosas siguen exactamente igual que el 31 de diciembre del año 2016: Pemex es el único proveedor, y los precios siguen siendo fijados por algunos burócratas en el mayor de los misterios.
Los precios, lejos de reflejar las especificidades de una u otra región de las 83 en que fue dividido el territorio nacional, más las siete fronterizas -90 en total- y de los municipios y/o ciudades que las conforman, lo que dejan ver es la necesidad del gobierno federal de más recursos, obtenidos éstos, supuestamente, mediante una Fórmula que sólo a una mente calenturienta como la de Messmacher y alejada de la realidad de este país, podría habérsele ocurrido.
Este funcionario y su equipo, todo así lo deja ver, fueron los responsables del diseño de la hoy arrumbada Fórmula la cual, de seis términos al principio -cuatro tenía la que estuvo vigente al 31 de diciembre del año 2016- le fueron agregados otros dos.
Hoy, de esa Fórmula nadie es capaz de informar cuál ha sido su uso, menos aún quién es el responsable de recabar los datos que la alimentan para dar como resultado, supuestamente, los miles de precios diarios que serían calculados con ella.
Los precios máximos son calculados, quién sabe por quién y mediante qué criterios que no sean obtener lo más que se pueda de los clientes que, obligadamente, deben acudir a las estaciones de servicio para llenar el tanque de su vehículo. En pocas palabras, del elogiado proceso de liberación del mercado de los combustibles, ya no se acuerda ni Messmacher. Éste, se contenta cada viernes con dar a conocer en el Diario Oficial el monto del IEPS, y ya cumplió.
¿Informar a los interesados en la suerte de la Fórmula? A ver, ¿acaso piensa usted que está en Noruega o Dinamarca? ¿No se ha dado cuenta que está en México, país más cercano a Zimbawe que a cualquiera de aquellos dos?
Sólo faltaría que pensare que los funcionarios de la SHCP y los de la Comisión Reguladora de Energía, son funcionarios del Reino Unido. Por favor, ¡ubíquese! Son encumbrados burócratas mexicanos a quienes la suerte de usted y la mía -como consumidores cautivos de lo que monopólicamente vende Pemex-, les importa menos que un cacahuate.
En esas condiciones, lo que usted y yo pensemos del proceso de liberación de los precios de los combustibles, y de la suerte corrida por la dichosa y hoy arrumbada Fórmula, a Meade, a Messmacher y a los que les hacen coro, en pocas palabras, ¡les vale!
Pongamos pues, punto final a este desahogo en contra de esos funcionarios que prefieren, antes que reconocer que se equivocaron, esconderse cobardemente.
Y pensar que alguno de ellos sueña con ser candidato, y luego Presidente de México. Si le digo, ¡pobre país!