De pronósticos y realidades

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Por David Colmenares Páramo

Como siempre, el tiempo pasa y nos enseña que los pronósticos rara vez se cumplen con exactitud. Claro, no me refiero a las encuestas electorales, sino al mundo de la economía. Desgraciadamente los economistas no somos aún búhos de Minerva. Sin embargo, en el caso de los pronósticos de los ingresos fiscales aunque no son exactos sí se aproximan a la realidad, en ambos sentidos. Es el caso del principal ingreso propio de estados y municipios, que son las participaciones en impuestos federales coordinados.

Los pronósticos tienden a ser conservadores: en momentos de crisis quedan muy por debajo, debido a la caída recaudatoria, como en 1995 y 2009, tanto que pasaron cuatro años para que se diera una recuperación en términos reales. 

Pero este año las cosas han sido favorables en términos generales. A mayo sigue la tendencia positiva en las participaciones recibidas respecto a las estimadas en el PEF. Sin embargo, el ajuste anual correspondiente a 2016 resultó negativo, esto es, se les pagó un poco más de lo que correspondía y por tanto se les descuenta de su neto de este mes. No fue muy alto. Por ejemplo, para la CDMX fueron 250 millones de pesos menos y para Guerrero 190 millones. 

Para el primero el impacto no es significativo, pero para el segundo sí, porque tiene estructuras administrativas menos desarrolladas, altos índices de economía informal, menos contribuyentes, además de que recibió pasivos con proveedores y prestadores de servicios muy altos que no ha podido consolidar, mientras que en la Ciudad su recaudación es más importante que las participaciones, porque tiene un Tesorero con 'voracidad recaudatoria'.

Por otra parte, hoy todas las participaciones se distribuyen por la población domiciliada: sí, la de la CDMX ha bajado en términos relativos; apenas tiene poco más de ocho millones de personas. En cambio, la del Edomex se ha incrementado hasta ser casi el doble de la Ciudad.

Otro fuerte impacto para la distribución fue cuando se cambió la base de cálculo del PIBE. Le quitan a la CDMX más de cuatro puntos y se los pasan a Campeche y Tabasco, con lo cual el per cápita de Campeche es el tercero más alto del mundo, más del triple de Nuevo León, pero los campechanos no lo han sentido. Algo parece mal por supuesto.

La mecánica de pago es muy interesante. Me explico: las participaciones se pagan como anticipo, por lo que se hacen tres ajustes cuatrimestrales, el último de 2016 se pagó en marzo y en mayo el ajuste anual, que salió a cargo de los estados.

Lo que mediáticamente no se comprende es que las participaciones tienen una base legal, no son un apoyo, ni su pago es discrecional, sino una transferencia no condicionada, establecida en la Ley de Coordinación Fiscal desde 1980, vinculada con el comportamiento de la recaudación de los impuestos federales coordinados.

Se calcula lo anterior en la UCEF de la Secretaría de Hacienda, que dependía del secretario de Hacienda, pero desde el penúltimo año de la administración del presidente Calderón 'se colgó' de la Subsecretaría de Ingresos.

Así, en la UCEF se calculan las participaciones cada mes, con información que le proporciona la Unidad de Política de Ingresos, concretamente el área que lleva Valentín Maya, un viejo en tiempos de la Secretaría, quien con certeza calcula la RFP, que pasa a la UCEF y de ésta a la Tesofe, para su pago a través de las secretarías de Finanzas estatales. Este proceso es fiscalizado por los órganos de control, además de que existe un comité de vigilancia donde se revisan los cálculos.

Los técnicos de los estados, que son gente con experiencia, los validan.

Nunca se ha planteado inconformidad alguna por los funcionarios fiscales estatales, por el contrario, hay un grado de confianza importante. Una virtud de la coordinación intergubernamental. Lo de los municipios es otra cosa.