Opinión 6/6/17
Los ciudadanos y el poder del voto
Por Juan Manuel Asai
La elección del primer domingo de junio no terminó ayer. Nada de eso. Concluyó una etapa, pero las elecciones siguen, van camino a los tribunales. Hay un montón de denuncias en marcha. Los abogados tomarán el lugar de los mapaches o de los promotores del voto para no herir susceptibilidades.
Todos los políticos que perdieron tienen una justificación a la mano para explicar lo ocurrido. No perdieron porque los ciudadanos prefirieron otras opciones, perdieron porque les hicieron trampa y por eso ya presentaron denuncias. El dinero de las prerrogativas va a los despachos de abogados expertos en poner denuncias que casi nunca prosperan, pero que de todos modos cobran. De manera que la primera conclusión es que la elección tendrá una segunda parte en los tribunales. Los jueces, que para eso están, dirán la última palabra.
Hay una coincidencia: fueron unas campañas deplorables. Ayer en la noche todavía varios aspirantes gritaron su triunfo a pesar de saber que habían perdido. Se les pidió de manera expresa que no se declararan ganadores antes de las cifras oficiales, pero se pasaron la recomendación por el arco del triunfo. Patético. Las movilizaciones postelectorales también serán patéticas. Durante las campañas, incluso en los debates, partidos y candidatos se acusaron de todo, también de delitos graves. Si hubiera cierta lógica, sería justo que estuvieran todos detenidos, pues son rateros, narcos, abusadores. Conforman, a partir de sus propias palabras, un verdadero cártel.
Lo único rescatable hasta el momento es la participación de la gente, que a pesar de tanto salió de sus casas, fue a la casilla y depositó su voto. Dieron una muestra increíble de confianza en la democracia, lo cual es una lección contundente para todos los actores políticos y también para otros sectores, como los medios o el sector académico. Vi en la tarde de ayer fotos de gente haciendo fila, sin importar incomodidades para votar. Defendieron su derecho. La gente sigue confiando en el poder de su voto para cambiar las cosas, a pesar de todas las triquiñuelas de los que aspiran a representarlos. Aunque sólo fuera por eso la elección de ayer valió la pena. Las campañas parecieron diseñadas para que los ciudadanos, en un ataque de asco, se quedaran en sus casas para ver alguna película. Pero no. Muchos se aguantaron el asco y votaron. La democracia mexicana necesita demócratas. Ahí están los ciudadanos.
El pueblo no tiene el gobierno que se merece. Los gobiernos no han estado a la altura de las circunstancias. ¿Los que se eligieron este domingo lo estarán? Me gustaría pensar que sí, pero no, no lo estarán, pero la gente sigue haciendo fila en las casillas. Muy impresionante. Los votos en las urnas pueden ser el comienzo de algo mejor para todos. La pregunta ahora es cómo aprovechar la experiencia del 2017 para el 2018, no para que los partidos implicados hagan trampas a nivel nacional, eso no, sino para que los ciudadanos tomen cada vez más el control.
¿Y las redes sociales?
Las campañas se suspenden varios días antes de la elección para dar espacio, dicen, para una reflexión. Es una disposición pensada para otro mundo. Un mundo donde no había internet ni redes sociales, en donde no hay veda electoral ni nada que se le parezca. Los partidos exprimen a las redes día y noche. No tienen llenadero. Pueden decir lo que quieran. Si propagan noticias falsas es lo de menos. En las redes impera la ley de la selva. Así son.