Manuel Zepeda Ramos - Purga Azul

el

Piedra Imán

Manuel Zepeda Ramos

Purga Azul

Setenta. Esos fueron, más o menos, los años que el PRI estuvo en el poder desde que Plutarco Elías Calles unificó a los centenares de partidos políticos -más de 400-, en la Convención de Aguascalientes para seguir adelante después de la revolución encarnizada.

Como ya lo dije aquí mismo, Ernesto Zedillo no necesitó más que unas cuantas horas del día de la elección el primer domingo de julio de aquel 2000 para reconocer, como jefe natural de su partido, que se había perdido la elección presidencial. Así llegó el PAN, de manera tersa, al Poder Ejecutivo Nacional con Vicente Fox a la cabeza.

 

México cambió.

La real democracia nacional empezó a instalarse para no retirarse jamás, a menos que lo permitamos y aceptemos los habitantes de este país maravilloso.

El PRI reconoció su derrota y sus errores. Recogió sus líneas y se atrincheró para lamerse las heridas y pensar en el futuro. Cerró filas y aguantó callado, siempre alerta.

Se dio cuenta que su fortaleza de reinicio estaba en las entidades federativas y obró en consecuencia. 

Doce años después lo recuperó, con claras señales que habrá de preservarlo.

El PAN fue otra cosa.

El delirio de la llegada a Los Pinos los enloqueció, como niños con juguete nuevo.

Los cuadros de primer nivel reclutados por oficinas de relaciones públicas, los famosos Head Hunters, llegaron para desandar lo caminado salvo honrosas excepciones.

Entre robos de la familia en el poder, pueblos nuevos fantasmas construidos en todo el país a costilla del erario y muchos, muchos, muchos muertos que llamaron la atención del mundo, les llegó la desacreditación en tan solo dos sexenios.

Casi dos años después de su derrota electoral nacional, el PAN y sus “notables” con muchas ausencias, se reúnen como club de Tobi para hacer un alto en el camino y tratar de curar heridas que ya cicatrizaron aunque algunas tengan pus con amenazas de septicemia.

Quien fuera investigador serio de datos políticos y estadísticos, el del CISEN,  ofrece a la reunión resultados de preocupación para el panismo.

Les dice que sus estudios arrojan que sólo el 9% de la población nacional tiene confianza en ellos.

Cecilia Romero, la presidenta interina del PAN que sustituyó a Madero por petición de los adherentes para que la elección pueda hacerse sin sospecha, pide revisión de la militancia insinuando que deben estar los que son y tienen fe en el azul. Ya se olvidó cuando fue funcionaria federal, el gran escándalo nacional e internacional que provocó cuando despachaba en Migración.

Luis Felipe Bravo Mena también opinó sobre la depuración del padrón panista.

Se observa en el PAN, así como en el PRD, barruntos de abandono.

Para la consolidación de la democracia eso no es bueno.

A diferencias del PRD, al PAN no habrá de temblarle la mano para expulsar a los que no lo son y buscan posiciones electorales enfermizas para saciar odios y venganzas.

Parecería que la depuración de panistas llegó al partido que lamenta profundamente la pérdida del poder presidencial porque no lo supo ejercer, dilapidándolo.

¡Llegó la purga azul al Partido Acción nacional!

Habremos de observar que tanto es cierto.

 

Al tiempo.