Sergio González Levet - Veracruz, la mar

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Sin tacto

 

Por Sergio González Levet

 

Veracruz, la mar

 

Por el mar nos ha llegado todo a Veracruz: la Conquista, la cultura occidental, la religión, las ideas liberales, cierta riqueza…

Nuestros 745 kilómetros de litoral (metros más, metros menos) nos han hecho históricamente un estado con vista al mar, una frontera pegada al Golfo y una puerta hacia el mundo.

El mundo jarocho respira sal, humedad, espuma; se nutre de las olas siempre recomenzadas -si me permiten la libre versión del Cementerio marino de Valéry: “La mer, la mer, toujours recommencée”-; exulta misterios insondables como las aguas profundas del océano.

 

Por eso en Veracruz el mar no es importante, es crucial. Y por eso mismo no es nada extraordinario que así como en el pasado ha sido decisivo, en el presente lo siga siendo.

Ummm, me explico: hay para el futuro inmediato tres proyectos enormes, fundamentales, faraónicos -expresado en el sentido más positivo del término- que sustentarían a no dudar el progreso de todos los veracruzanos. Y los tres tienen que ver con el mar, porque implican sendas ampliaciones de nuestros puertos mayores: Tuxpan, Veracruz y Coatzacoalcos.

Para Tuxpan, ya con la inminente autopista a la ciudad de México en puerta, viene caminando una inversión privada cuantiosa para construir el puerto profundo, que permita el acceso de buques de gran calado, sobre todo los que transportan petróleo y sus derivados. La carretera y el fondeadero serán los cimientos en los que la cereza del norte de Veracruz terminará de crecer hasta convertirse en la gran metrópoli que merece ser.

El Puerto de Veracruz será nuevamente ampliado y modernizado -lo que no se hacía desde la época de nuestro villano favorito, Porfirio Díaz- para reconvertirlo en el más importante de la República y uno de los de mayor calado (espero que así se pueda decir, señores ingenieros) de América Latina. Con ello, Veracruz recuperará su histórica posición como aduana de entrada y salida para el más importante flujo de mercancías en el país.

Y por último -no menos importante-, está el proyecto de hacer un canal de tierra entre Coatzacoalcos y Salina Cruz para transportar por carretera y ferrocarril toda suerte de carga entre el Atlántico y el Pacífico.

Panamá ya está quedando obsoleto. Cada día hay más buques cuyo tamaño rebasa las ahora reducidas especificaciones del Canal centroamericano, y una solución ideal sería bajar la carga, pasarla a través del istmo, en un recorrido que no llega a los 200 kilómetros, y subirla en el barco que estaría esperando al otro lado. Dicen los que saben que este proceso es más económico y rápido que el lento paso por las esclusas de los panameños.

Tuxpan, Veracruz, Coatzacoalcos… Los veracruzanos siguen mirando al mar para hacer poesía y canción, para sacarle sus frutos y alimentarse, para sanarse y recrearse.

Y ahora, como siempre, para que sea el detonante de nuestra prosperidad.

Digamos que no tiene principio el mar…

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