Enrique Aranda - Posadas, la impunidad…
Posadas, la impunidad…
Apenas al concluir la quinquenal visita Ad Limina Apostolorum que, entre el 12 y el 31 de mayo permite comparecer ante el papa Francisco a un centenar de cardenales, arzobispos y obispos mexicanos, el presidenteEnrique Peña Nieto realizará una visita oficial al obispo de Roma en la que, además de pasar revista a la relación bilateral, el jefe del Ejecutivo invitará al pontífice a visitar México, presumiblemente a mediados de 2016.
Antes, en atención al protocolo —o al margen del mismo, como se prefiera— la jerarquía habría invitado ya al primer Papa latinoamericano a aceptar territorio nacional como antes, en cinco ocasiones, lo hiciera el ahora santo Juan Pablo II y, en su momento, Benedicto XVI.
Sería el séptimo viaje de un líder del catolicismo universal al país desde la normalización de relaciones entre México y El Vaticano, en octubre de 1992, y, sin duda, una nueva oportunidad para avanzar en el esclarecimiento de un crimen que, un año sí y el otro también, tensa la relación entre el Estado y la Iglesia: el artero asesinato del cardenalJuan Jesús Posadas Ocampo, arzobispo de Guadalajara, el 24 de mayo de 1993.
Muy probablemente por ello, la (fortuita) coincidencia entre el anuncio de la visita de Peña al Vaticano, el viernes, y el aniversario 21 del aún impune crimen del purpurado. Ayer, alentó las expectativas de quienes, hoy, confían que será el actual gobierno el que esclarezca el crimen… algo que, vale recordar, ni (en un primer momento) el priista Carlos Salinas de Gortari ni su sucesor Ernesto Zedillo ni (más recientemente) los panistas Vicente Fox y Felipe Calderónquisieron hacer.
Y esto, porque si bien ha sido la autoridad federal la principal interesada en promover y hacer creer versiones irrisorias sobre el asesinato del cardenal Posadas, a 21 años del mismo, existen evidencias suficientes —en los casi 100 tomos que componen la investigación del caso— para referirse al mismo como un crimen de Estado en el que se habrían visto involucrados hombres cercanos y/o integrantes del primer círculo del Ejecutivo.
Nadie, es cierto, puede aventurar siquiera que Salinas hubiera ordenado el crimen pero sí, como se destacaba ayer en el portal del Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (SIAME), que fue de sus oficinas de donde surgió la orden de no realizar la autopsia al cuerpo del purpurado y, también, que “en dos ocasiones, trató de negociar con (el extinto exsecretario) Carlos Abascal, se cerrara el caso”.
Esclarecer este crimen, diría alguno, “serviría para dar confianza a una nación presa del miedo y la impunidad”.
Asteriscos
*Sintomático, sin duda, que luego de meses lejos de los reflectores, Manuel Espino reaparezca hoy domingo, en el marco de la VII Asamblea Nacional del Movimiento “Volver a Empezar” (VAE), que él mismo encabeza, para evaluar junto con el gobierno —representado en el acto por el subsecretario Roberto Campa, de Gobernación— los resultados de los acuerdos firmados entre VAE y el presidente Enrique Peña Nieto.