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Para que la economía se “mueva”: aumento al salario mínimo

 Cecilia Soto

 Los opositores a aumentar el salario mínimo “por decreto” basan sus críticas principalmente en dos argumentos: ocasionaría desempleo y aumentaría la inflación. Esos pueden ser buenos argumentos para un libro de texto, pero cuando la ANTAD, la asociación que agrupa a las tiendas de servicio, expone que por primera vez en 30 años las ventas totales bajaron en un primer trimestre, es el momento de pensar que el mercado interno se beneficiaría de un aumento moderado y prudente al salario mínimo. Un tercer argumento contra el aumento al salario mínimo es el de que “nos saldríamos de competencia” y que se irían  del país numerosas empresas maquiladoras. Trataré ese argumento en un próximo artículo, pero adelanto lo siguiente: el modelo maquilador/exportador tiene que cambiar de tal manera que se pueda encadenar y “jalar” al resto del aparato productivo. No debemos no competir por la pobreza de los salarios. Un cuarto argumento, el uso y abuso del salario mínimo como referencia para multas, becas, impuestos, etcétera, empieza a ser tratado en este escrito.

 

El primer argumento es una falacia. Se basa en la premisa de que el salario mínimo es lo suficientemente alto como el de una economía en competencia. En ese caso, las empresas no podrían cubrir el aumento del salario de los trabajadores y terminarían por despedir a cierta cantidad de éstos. Como argumenté en mi columna de hace dos semanas, es difícil argumentar que el mercado laboral para trabajadores con pocas habilidades (los que ganan el mínimo) es competitivo. Por el contrario, las empresas muestran su poder de mercado al fijar salarios y condiciones poco favorables.

El segundo argumento tiene más fondo. Un aumento en el salario mínimo puede aumentar la inflación de tres maneras: por medio de la demanda, a través de más ingreso disponible para las familias pobres; por medio de la oferta, las empresas traducen el aumento en el salario en un aumento en el precio de sus bienes producidos; y por medio del Efeito-Farol (Efecto Faro o referente). El aumento a la inflación por medio de la demanda supone que el aumento del ingreso disponible para las familias pobres es suficiente como para aumentar el nivel generalizado de precios. Debemos recordar que el aumento beneficiaría a las familias más pobres. De acuerdo con la ENIGH 2012, 12% de los hogares mexicanos gana hasta dos salarios mínimos. El gasto de dichos hogares representa 3% del gasto total de los hogares mexicanos, difícilmente alguien podría argumentar que un aumento en la demanda agregada de estos hogares ocasionaría inflación. De hecho, en tiempos de recesión, sería positivo ese pequeño aumento que sufriría la demanda.

El argumento de la oferta supone que las empresas aumentarían el precio de sus productos para compensar el aumento en costos derivados del incremento en el salario mínimo. Esto derivaría en un aumento generalizado de precios, es decir, el costo de vida sería más caro y el salario real (ajustado por inflación) de los trabajadores disminuiría. Entonces los beneficios del aumento del salario mínimo se perderían. En realidad, un mayor salario de los trabajadores puede representar ahorros para las empresas: los trabajadores estarían más motivados (pueden ser más productivos)  y cambiarían de trabajo con menos frecuencia, lo cual representaría menos costos de reclutamiento y capacitación.

Sin embargo, supongamos el peor escenario: todo el costo del aumento en el salario mínimo es trasladado totalmente en un aumento del precio de venta del producto. ¿En cuánto impactaría esto al nivel de precios? Tendría que estudiarse con cuidado pero, por ejemplo, según la Encuesta Anual de la Industria Manufacturera, para dicha industria en México el costo laboral sólo representa 8% del costo total de insumos, por lo que esperaríamos un componente al aumento de precios de magnitud similar para nuestro país.

El Efeito-Farol o Efecto Faro es un fenómeno que se identificó en economías parecidas a la nuestra, como lo son la brasileña y la colombiana, y que estudia las repercusiones indirectas de un aumento al salario mínimo. Los economistas brasileños Neri, Gonzaga y Camargo estudiaron el periodo de mediados a finales de los noventa en Brasil, donde se siguió una política muy agresiva de aumentos anuales al salario mínimo (aumentos nominales desde  5% hasta 42%). Lo que encontraron fue que el salario mínimo se usa como referencia (al igual que un faro) en toda la economía. Pero es importante señalar que la economía brasileña tiene un componente de indexación muy superior al que hay en México. Para Colombia se encontró que un aumento en el salario mínimo tiene beneficios principalmente para quienes ganan alrededor de éste pero incluso para quien gana hasta cuatro salarios mínimos (39% de los hogares en México ganan hasta cuatro salarios mínimos).

En nuestra economía, diversos impuestos, multas y pagos de derechos están basados en múltiplos del salario mínimo. También las becas de Conacyt, las multas de tránsito y, más recientemente, los pagos al seguro de desempleo están indexados al salario mínimo. Esta es una rigidez totalmente innecesaria. Incluso la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami) considera que el salario mínimo debe dejar de ser referente para el cálculo de multas y derechos. Esto permitiría quedarnos con lo positivo de un aumento al salario mínimo (reducción de la desigualdad en ingreso) y evitar lo negativo (inflación por Efeito-Farol).

Lo óptimo sería, primero, desligar el salario mínimo de cualquier referencia fiscal y de otro tipo que no sea el estrictamente laboral, seguido por una política gradual de pequeños aumentos sucesivos. Así se podría controlar/monitorear si existe algún efecto negativo en desempleo o inflación. Si dichos efectos negativos no existen, el aumento al salario mínimo se resumiría en una transferencia de dinero entre dos grupos: los que más tienen (empresarios/grandes consumidores) a los más desfavorecidos (quienes cuentan con un salario alrededor del mínimo). No es todo lo que se necesita para crecer más y mejor, pero es un elemento indispensable. Y para seguir el debate nos encontramos en Twitter: @ceciliasotog.

                *Analista política

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