Sergio González Levet - A ver / haber

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A ver: así como en la industria del vestido, el calzado y de los accesorios femeninos (y ahora masculinos, por eso de los metrosexuales) hay modas que se imponen por temporada, en el caso del lenguaje hay ciertos términos o expresiones cuyo uso de pronto se generaliza entre un número considerable de usuarios, y con ello se convierten en una especie de moda idiomática.

Se originan por varios motivos y su génesis puede ser una canción popular, el estribillo de algún anuncio, cierta frase reiterada de un personaje público…

Y a eso voy:

Algunos colegas de mi generación en la Facultad de Letras de la UV, académicos cargados de títulos y conocimientos, me revelan una frase que últimamente se ha puesto de moda en el habla política veracruzana:

 

“A ver”.

—Fíjate si no: —me dice un docto doctor en semiótica— en el habla (en sentido saussureano) de los funcionarios públicos aparece insistentemente esa expresión, que encabeza el inicio de muchas oraciones.

Y es cierto. En estos tiempos y en Veracruz uno pregunta o comenta cualquier cosa y el funcionario interlocutor toma el aliento, la palabra y contesta concienzudamente con un:

—A ver…

Que viene resultando un giro idiomático, una expresión reiterada, que le sirve primero para ordenar las ideas que desarrollará y segundo para centrar la atención de quien o quienes lo escuchan.

Aquí, mis queridos especialistas literarios me piden que ponga una cápsula cultural -o más bien gramatical- porque advierten que muchas personas emplean este cliché sin ubicarlo como debe ser, pues piensan que están diciendo “haber” cuando dicen “A ver”. El idiomatismo correcto es una elipsis de la frase “Vamos a ver”, y no tiene nada que ver con el sustantivo “haber” o con la forma en infinitivo del verbo auxiliar por antonomasia. “haber”.

Vaya, han inaugurado la falta de ortografía ¡hablada!

Me dicen mis orientadores que la construcción “A ver” es muy pegajosa, sobre todo por la facilidad que tiene para otorgar tiempo, para pensar mejor las frases, para construir mejor las oraciones y hasta para medir nuestras palabras.

Sirve también como una pausa para crear una minúscula aunque muy útil expectación, y para jalar la atención del auditorio, del volumen y tamaño que sea.

Bueno, pues esta frase se ha puesto de moda por una de las causas generadoras que enunciamos al principio, que es la tercera para mayor precisión: “cierta frase reiterada de un personaje público”.

Y quien la utiliza frecuentemente aunque con toda propiedad es ni más ni menos que el gobernador Javier Duarte de Ochoa, quien la ha incorporado a su sintaxis cotidiana de modo que la ha convertido en un leit motiv de su habla personal.

Y la puso de moda. Por eso ahora sobran quienes se han contaminado de esta forma de expresión… o quienes simplemente la imitan.

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