Pascal Beltrán del Río - Inspirar

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Aquella tarde del 16 de julio de 1950, en los vestidores del estadio de Maracaná, los dirigentes del futbol uruguayo acudieron a desearle suerte a su selección, que se enfrentaría con el anfitrión Brasil en el partido decisivo del Mundial.

Para ellos, la suerte consistiría en que no los golearan. El doctor Juan Jacobo, uno de los federativos, dijo a los jugadores que habían llegado suficientemente lejos. “Está bien si se comen cuatro goles —afirmó—, pero traten de no comerse seis”.

Sin embargo, el capitán de los charrúas, el centrocampista Obdulio Varela, a quien apodaban El Jefe Negro, había preparado otro tipo de discurso.

Conminó a sus compañeros a no dejarse asustar por la multitud en la tribuna y a concentrarse en lo que pasaría en la cancha. “Ahora vamos a jugar como hombres —concluyó—; este partido se gana con los huevos en la punta de los botines”.

 

Asociar las ganas de ganar y la valentía con los órganos reproductivos masculinos es una herencia de nuestro pasado cultural machista.

Y aunque hay quien sigue diciendo que para ganar hay que “echarle huevos” —el técnico nacional Miguel El Piojo Herrera comentó que esa había sido la receta de la buena actuación mexicana ante Brasil—, yo creo que las deportistas femeninas, en lo individual o en conjunto, han mostrado los mismos deseos de triunfo y el mismo arrojo que los hombres. Y hoy sabemos que en el deporte, como en casi todos los rubros de la vida, no se gana con huevos —es decir, con puro empeño— sino con planeación, ejecución y liderazgo.

Lo cierto es que un campeonato o un simple partido muchas veces se ganan o se pierden en el vestidor, antes de saltar al campo de juego. Como el discurso de Varela esa tarde en el Maracaná, dos horas antes de que Uruguay sorprendiera al mundo derrotando en su casa a los brasileños.

Personalmente me gustan los relatos sobre qué dijeron el entrenador o el capitán a sus jugadores —de futbol o de cualquier otro deporte— antes de la prueba, aún más cuando gana el equipo que nadie daba como favorito.

Hoy recojo dos de esos discursos que me parecen memorables:

1) El 14 de enero de 1968 se jugó la final entre los equipos ganadores de las viejas ligas Americana y Nacional de futbol americano, un partido que después sería conocido como el Súper Tazón II.

Llegaron a la final los Empacadores de Green Bay y los Raiders de Oakland. Los primeros eran los campeones defensores, pero los segundos arriban como amplios favoritos al partido en Miami.

Antes del partido, el legendario Vince Lombardi, entrenador en jefe de los Empacadores, dio un discurso a sus jugadores. El liniero ofensivo Jerry Kramer tuvo el buen tino de sacar una grabadora en ese momento y registrar sus palabras.

La alocución, que se conoció por primera vez en público hace cuatro años, duró 30 segundos:

“Ustedes son el único equipo en la historia que ha tenido la oportunidad de ganar esto dos veces. Si yo fuera ustedes, estaría hinchado de orgullo. Esto no va a ser fácil. Los rivales van a golpearlos… van a tratar de golpearlos. Pero ustedes sólo golpeen, corran, bloqueen y tacleen. Si hacen eso, no hay duda sobre cómo terminará este partido. Mantengan su aplomo. No hay nada que vaya a ocurrir allá afuera que no hayan enfrentado cien veces. ¿Está bien?”

Green Bay tomó la ventaja desde el primer cuarto y nunca la perdió. Al final ganó 33-14.

2) El 11 de agosto de 2012, México jugó ante Brasil la final del torneo olímpico de futbol, en el estadio de Wembley, la llamada catedral de este deporte.

Momentos antes del partido, después de conocer la alineación del rival, un efusivo Luis Fernando Tena, director técnico de la Selección Mexicana, se dirigió a sus jugadores:

“Juegan con Brasil lo mismo que hablamos en la Villa: tres volantes de recuperación. ¿Por qué? Porque nos respetan, carajo, porque saben que no nos pueden dejar jugar, porque saben que somos un equipo fuerte. Ahí están las marcas, atentos a las marcas. Como siempre, señores: los primeros minutos, importantísimos. No entrando a ver qué pasa ni estudiar al rival. A ser protagonistas, a tener la pelota, partiendo del orden. Atacando, los primeros minutos. Enchufadísimos. Que nos sientan. Recuerden que somos respetuosos afuera del campo. Dentro del campo, no respetamos a nadie, llámese como se llame. ¡Pum! Con todo, al balón, y lo atacamos y le metemos goles. Hoy es nuestro gran día, señores, han hecho un gran torneo. Hoy toca cerrar bien”.

La medalla de oro ganada hace casi dos años por México es el máximo logro futbolístico del país.

Hoy la selección mayor enfrenta un partido que marcará la era de El Piojo Herrera. Calificar a la siguiente ronda se ha vuelto rutinario (las últimas seis veces que México ha calificado a un Mundial se ha logrado), pero éste es un equipo que acabó debiéndole a la suerte su viaje a Brasil y lo hizo en medio de un ánimo colectivo adverso.

¿Qué dirá Herrera esta tarde a sus jugadores, antes de saltar a la cancha en Recife para enfrentar a Croacia?

Yo creo que tendría que decirles que ahora el reto no es sólo jugar bien sino ganar. Que el domingo Rusia salió a buscar el empate y perdió. Que no hay que esperar que el portero pare los balones sino evitar que lleguen con peligro al área. Y que para ganar hay que anotar goles, y que sólo llevan uno.

De lo que estoy seguro es que de lo que diga y deje de decir El Piojo dependerá mucho el resultado.