Jorge Fernández Menéndez - Carpinteyro: las trampas del ego

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A Purificación Carpinteyro la alcanzó su destino. Es la ex subsecretaria de Comunicaciones y Transportes, la misma que se encargó de filtrar grabaciones obtenidas en forma ilegal de quien era entonces su jefe, Luis Téllez; la que, del equipo calderonista, se fue con López Obrador y se convirtió en una de sus legisladoras más cercanas.

Pero los negocios son eso, negocios. Y Carpinteyro siempre ha sido una mujer que ha trabajado en ese ámbito. Ahora, una llamada exhibe a la legisladora haciendo negocios con un empresario al que le dice que se ha sacado la lotería con la Reforma de Telecomunicaciones y, al mismo tiempo, que tiene una cita con funcionarios federales para tratar de sacarles dinero para sus proyectos.

 

Ayer declaraba Carpinteyro que no pedirá licencia, que no tiene conflicto alguno de intereses y que tampoco se va a excusar de participar en el proceso legislativo. Si no hay un impedimento legal, puede hacerlo, pero sin duda la grabación la deslegitima. En los hechos, habrá que preguntarse qué relación tendrá lo que la propia Carpinteyro está negociando en las leyes secundarias del sector con la lotería que se sacó, según sus propios dichos. Lo cierto es que, antes de que se conozca la legislación, antes de que se vote en comisiones, es lógico que la diputada conozca hacia dónde van esos dictámenes, pero resulta evidentemente ilegal (o por lo menos poco ético) estar haciendo ya negocios con ellos. Dice Carpinteyro que hay otros legisladores y funcionarios que sí tienen conflictos de intereses, y hace apenas unos días, por ejemplo, el PRD exigió que se separara del debate legislativo (en el que, por definición, no participa) al secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, porque tenía participación accionaria en unas gasolineras. Pero nadie ha encontrado o escuchado a Coldwell o a cualquier legislador proponiendo hacer negocios, en forma abierta, con una legislación de la que tiene información, de la que participa en su elaboración y que aún no se ha votado.

La legisladora no se irá. Su ego no se lo permite. Su propio concepto de la integridad, de tan amplio espectro cuando se trata de ella misma, tampoco. Habrá que ver qué tanta es su influencia en su propio grupo legislativo. Lo cierto es que el papel que ha cumplido en el pasado, acercando a muchos de esos legisladores con los grupos de presión en los que participa, será algo que, luego de esta llamada, estará en la mira.