Yuriria Sierra - Malaysia, otra vez

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“Donde el dolor se convierte en una herida de proporciones casi inimaginables: en el terreno del absurdo. En el lugar en el que, a pesar de toda la tecnología con que contamos los seres humanos, a pesar de nuestros intentos de controlar todo lo que parece controlable, siguen ocurriendo episodios en las pistas de lo absurdo. Y al final, la vida sigue diciendo que no somos tan invencibles como a veces nos sentimos frente a la vida misma. Y sí, sigue diciendo lo perdidos que estamos ante la vida y todas sus posibilidades, ésas que juramos que podemos dominar...”, escribía así hace unos meses por una razón casi parecida a la que me hace recordar estas palabras. El absurdo y sus misterios, sus giros inesperados de los que nadie gusta ser presa. Menos aún convertirse en un blanco recurrente. La segunda vez en menos de seis meses, la segunda vez que Malaysia Airlines anota en su bitácora la pérdida de un avión y las decenas de vidas que en él se encontraban.

 

Del avión perdido al avión estrellado. Dicen que derribado; que observaron un lanza misiles en los alrededores al que fuera la última zona en la que el avión cruzó, en la que ayer cayó, cerca de la hoy conflictiva línea fronteriza entre Ucrania y Rusia. O al menos eso ha dicho el gobierno ucraniano. Un misil lo habría alcanzado cuando volaba a unos 10 mil metros de altura. La aerolínea sólo confirmó lo evidente, pero no cerró ninguna posibilidad. Como sucede siempre, las investigaciones generarán respuestas, pero como pasa en estos casos, resulta cada vez más incomprensible que en pleno siglo XXI estas cosas sigan ocurriendo.

A la lectura de toda la información que este hecho generó, recordé lo que alguna vez leí sobre las teorías del porqué los accidentes aéreos. Lo escribe Malcolm Gladwell en un libro, Fueras de Serie, que nada tenía que ver con la aeronáutica, sino más bien en él explica el porqué unas personas logran alcanzar el éxito y otras no; para explicarlo desarrolla una teoría muy interesante en la que incluso habla del cómo la idiosincracia de un país se refleja en la operación de líneas aéreas:

“La mitigación explica una de las grandes anomalías de los accidentes de avión. En las líneas aéreas comerciales, los capitanes y los copilotos se reparten las tareas a partes iguales. Pero históricamente ha sido mucho más probable que ocurra un accidente cuando el capitán está ‘en el asiento del piloto’. Puede parecer que eso no tiene sentido, ya que el capitán es casi siempre el piloto con más experiencia. Pero […] los aviones son más seguros cuando el piloto menos experimentado los dirige, porque eso significa que el copiloto no va a tener miedo de hablar. Combatir la mitigación se ha convertido en una de las grandes cruzadas de la aviación comercial en los últimos quince años. Todas las compañías importantes tienen ahora lo que llaman cursos de ‘gestión de recursos de la tripulación’, pensados para enseñar a los miembros más jóvenes de la tripulación a comunicarse con claridad y asertividad. Los expertos en aviación sostienen que el éxito de esta guerra contra la mitigación es tan importante como cualquier otro factor a la hora de explicar la extraordinaria disminución del número de accidentes de avión durante los últimos años...”

 

En fin, esta es una interesantísima teoría del porqué de los accidentes aéreos que me viene a la mente cuando el azar hace su muy terrible aparición. Aunque, pensando en el ocurrido ayer, la posibilidad de que haya sido, en efecto, un trágico episodio producto de un misil, nos estaría acercando a una nueva crisis sobre lo que ocurre entre Rusia y Ucrania. Ayer mismo el presidente ruso declaraba que la responsabilidad entera era del gobierno ucraniano. En internet, el Servicio de Seguridad de Ucrania hizo circular un video en el que se asegura que se escucha a rebeldes hablar del derribo, por error, del avión malayo. Una nueva crisis que, evidentemente, ya no sería sólo entre estos dos países, sino ahora Malasia, cuyo avión, propiedad de la que es su línea aérea más conocida en el mundo, tuvo la trágica mala suerte cruzar esa zona en su trayecto de vuelta a Kuala Lumpur.