Escuchar para entender, no para responder.

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Por: Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo


Una de las frases más ridículas banales que escucho con harta frecuencia es: “Yo que tú le hubiese contestado: …” Cuando la escucho, no hago más que reír por dentro y darme cuenta que estoy frente a alguien que lo que menos tiene es idea de lo que es la empatía y la buena comunicación. Existen personas que escuchan tan poquito, que se enfrascan en charlas e incluso, las registran en memoria y repasan y hasta suelen reprocharse, porque “debieron contestar tal o cual cosa, en lugar de:” y no se dan cuenta que no lo hicieron porque se sumergieron solo en oír sin reparo, perdiendo la oportunidad de conectar con quien quiso compartir su información.

Las personas están enfrascadas en contestar sin importar qué, pero contestar. No quieren por nada detenerse un momento a reflexionar los mensajes que se reciben, a tratar de empatizar con la persona que tienen enfrente. Y sí, ya sé que hay de momentos a momentos, y que en muchos de ellos las emociones nos alteran y nos ganan. Pero hay otras que es importantísimo poder servir de escuchas activas. El más profundo acto de sanación es hablar y el más profundo acto de ayudar es escuchar. No podemos ser escuchas activas de la noche a la mañana, pero lo que sí, es intentar desarrollarla todos los días y no enfrascarnos en respuestas que no nos traerán cosas positivas.
Saber escuchar implica escuchar activamente (como su nombre lo indica) y con consciencia plena, no se trata de oír, se trata de concentrarse en el mensaje que el otro intenta enviar, esto parece fácil, pero no lo es, y mucho menos si se ha navegado por la vida siempre siendo respondones, buscando ganar a toda costa, y en pose de “conmigo nadie puede”.
El que escucha activamente, escucha más que palabras, entiende emociones, ideas, pensamientos, hace uso de de sus capacidades cognitivas y empáticas, otorgando validación emocional, aceptación y feedback (respuesta) sin juzgar.
Cuando se realiza la escucha activa correctamente se deben enfatizar la disposición psicológica que se tenga en el acto y con la persona, observando con oídos y con el corazón y captando con la expresión del hablante, entorno a toda su comunicación no verbal. Nosotros debemos apoyar con un buen contacto visual, una sonrisa ligera, una postura corporal receptiva, sin distraerse y haciendo a todo momento un “mirroring” el cual debemos entender como el reflejo automático de las expresiones faciales del hablante, además de emitir palabras de refuerzo, parafrasear, resumir la información y hacer preguntas que hagan sentir al emisor, que se le está prestando el interés que necesita.
Por favor nunca de un consejo si no se le pide, no descalifique cuando de sus opiniones, no juzgue, no cuente sus propias historias, no rechace las emociones del otro y no intente solucionar el problema.
Le aseguro que si comienza a practicar la escucha activa, por mucho usted también saldrá beneficiado, el que sabe escuchar, sabe interpretar, y por supuesto, dialogar y desenvolverse en dentro de un grupo social, pues crea relaciones sanas con buen entendimiento y respeto.


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