Pascal Beltrán del Río - Los 52 días que definirán al PAN
La revelación del video de la fiesta ocurrida en el marco de la reunión plenaria de legisladores panistas en Puerto Vallarta, ha puesto la vida interna de Acción Nacional bajo el reflector.
La remoción de Luis Alberto Villarreal como coordinador en San Lázaro ha destapado nuevas luchas por el poder dentro del partido. A su sustituto, José Isabel Trejo, se le percibe alejado del grupo parlamentario, cosa que tiene preocupada a la dirigencia nacional blanquiazul.
“Chabelo es un llanero solitario”, me dijo ayer una fuente panista sobre el hombre que hoy ocupa el puesto que alguna vez detentaron Felipe Calderón, Diego Fernández de Cevallos, Carlos Medina Plascencia y Abel Vicencio Tovar.
“Su mayor virtud es la lealtad con Gustavo Madero, pero tendrá que rodearse de diputados que le ayuden a conducir al grupo y sacar adelante el trabajo legislativo, que no es poco en los dos periodos ordinarios de sesiones que quedan.”
La futura relación de Trejo con sus compañeros de bancada fue empañada por el anuncio apócrifo de la designación de la senadora tlaxcalteca Aurora Aguilar, cercana del gobernador poblano Rafael Moreno Valle, como vicecoordinadora del grupo.
La noche del miércoles y la mañana de ayer, la dirigencia del PAN se movió para desmentir que la designación sea un hecho y atribuyó la noticia a un esfuerzo de autopromoción de ella, apuntalado por un tuit de la Cámara de Diputados.
La salida en falso de la diputada Aguilar puso de manifiesto la alianza política que Villarreal estaba construyendo con Moreno Valle. Ambos asistieron a su registro como aspirante a la dirigencia del PAN en Tlaxcala, contienda en la que perdió el domingo pasado ante Carlos Carreón Mejía.
A Carreón lo apoyó en campaña la senadora Adriana Dávila, quien hizo declaraciones contra el gobernador de Puebla, a quien acusó en entrometerse en asuntos del estado vecino.
La ahora frustrada alianza Villarreal-Moreno Valle es importante para entender qué está pasando en el PAN. No es un secreto que éste está construyendo una candidatura presidencial.
El problema es que sus intenciones se cruzan con las del jefe nacional panista Gustavo Madero. A muchos de sus cercanos, Madero les ha dicho que está contemplando ir por la grande.
Madero cree tener madera para ello. Muchos lo ven —y seguramente así se ve a sí mismo— como un artífice de las reformas estructurales. Sus cercanos lo perciben, además, como un sobreviviente de la lucha contra un poder presidencial, el de Felipe Calderón, que infructuosamente buscó tumbarlo. Y, por si fuera, poco, desciende del Apóstol de la democracia.
Sin embargo, para poder ser candidato presidencial, el jefe nacional panista necesita una posición política desde la cual pueda mantenerse vigente entre el final de su periodo como líder —formalmente, en el segundo semestre de 2015— y el inicio de las precampañas presidenciales.
El ejemplo de Marcelo Ebrard, quien prefirió terminar su gestión como jefe de Gobierno del DF a buscar una senaduría, prueba que duran muy poco las aspiraciones de un político si no tiene plataforma desde donde atraer reflectores y gastar dinero.
¿Cuál podría ser esa plataforma para Madero? Una muy obvia: la coordinación de los diputados del PAN en la próxima legislatura (2015-2018).
Sería mucho más fácil buscar la candidatura presidencial desde allí que en un desempleo político disfrazado de fundación.
¿Qué necesita Madero para ser coordinador? Primero, ser candidato a diputado, para lo cual tendría que “renunciar o pedir licencia, antes del inicio legal del proceso electoral correspondiente” (artículo 83 de los estatutos del PAN).
¿Cuándo comienza el proceso electoral? El 7 de octubre. ¿Cuándo tendría que dejar el cargo Madero? A más tardar en 52 días.
Pero eso no es todo: para ser colocado en un lugar privilegiado de la lista plurinominal —porque no creo que fuera a jugársela en un distrito—, necesita que quien lo releve en la dirigencia lo haga candidato. Y, luego, dentro de un año, coordinador de la fracción, que es una prerrogativa exclusiva del jefe nacional.
¿Quién podría quedarse en la dirigencia si Madero decide irse de candidato? Quizá el secretario general Ricardo Anaya, pero tratándose de una renuncia definitiva más que de una licencia temporal, la decisión sobre la sustitución recaería en la Comisión Permanente Nacional del partido.
Es verdad, los adictos a Madero son mayoría en esa Comisión, por lo que no habría dificultad para designar a un sustituto que simpatice con el actual jefe nacional. Pero, sea quien sea, ¿aceptará ser manejado por el candidato-coordinador?
Más aún, cuando venga la elección para renovar la dirigencia panista, en el segundo semestre de 2015, el líder electo o reelecto ¿se conformaría con seguir las órdenes de un jefe máximo?
Sería una situación inédita: que el líder real del blanquiazul esté en San Lázaro y no en la Colonia del Valle. Ni siquiera El Jefe Diego tuvo tanto poder cuando coordinó la bancada durante la LV Legislatura.
Son días cruciales en el PAN. Los tiempos se han adelantado. La lucha por la candidatura presidencial de 2018 entre los hasta hace poco aliados Gustavo Madero y Rafael Moreno Valle ya comenzó.