POLIANTEA - Rubén Pabello - Michoacán, enero de 2014
POLIANTEA
Michoacán, enero de 2014
Rubén Pabello Rojas
El Estado de Michoacán es de los fundadores de la naciente nación, al constituirse en Estado Libre y Soberano en el Acta Constitutiva de la Federación Mexicana, el 31 de enero de 1824. Entidad señera, cargada de historia, región prócer. Diez años antes en 1814, hace doscientos años, el Gran Morelos promulgó la Constitución de Apatzingán, desde donde dio lectura al célebre discurso político conocido como Los Sentimientos de la Nación, del 14 de septiembre de 1813.
Michoacán, tierra brava, tierra caliente, sus pobladores han concurrido a todos los movimientos reivindicadores de la sociedad mexicana, a la que pertenecen, siempre como adalides y junto al resto de los mexicanos, como luchadores de las mejores causas nacionales.
Actualmente ese territorio es flagelado por una inmisericorde ola de violencia desatada, que tiene sus orígenes en causas diversas, todas intolerables. Michoacán es la tierra de otro gran mexicano, Lázaro Cárdenas quien en su momento político consolidó gran parte de la institucionalidad actual. Desde luego el país ha evolucionado como toda sociedad y revisa, actualiza y reforma su plataforma constitucional para adecuarla a los tiempos que corren. Es Cárdenas, michoacano, una figura histórica referencial de alto rango.
La entidad michoacana y sus habitantes sufren hoy el desorden meta institucional que toca al gobierno local y pone en grave, gravísimo riesgo su régimen legal al ser acometido por fuerzas beligerantes, que en algunos casos han recurrido a las armas y a la violencia civil, sin que exista un orden institucional capaz de frenar tal desafío.
Todo ello no se ha producido de manera espontanea ni reciente. Obedece a un sinnúmero de omisiones desde el poder que han propiciado que gradualmente se hayan deteriorado las condiciones de tranquilidad y paz pública a la que todo ciudadano tiene derecho. Se han dejado, por años, crecer síntomas de ingobernabilidad que han desembocado en hechos flagrantes de violencia los cuales en su oportunidad no fueron atendidos o lo más grave, que se fomentaron perversamente desde algunas aéreas del poder público.
No puede pasarse por alto que un nativo de este abrumado estado, el ex presidente Felipe Calderón, desde donde cometió un sinnúmero de desatinos que afectaron a su entidad natal. Baste recordar aquel criticado “michoacanazo”, que fue un acto fallido en que se reflejó la falta de tino para enfrentar los serios problemas de ese momento y su necedad para imponer como gobernadora a su hermana Maria Luisa.
Aunado a eso el poder local en manos del gobernador Leonel Godoy, del PRD, no solucionó los problemas, más bien los catalizó cuando se dieron bajo cuerda todo tipo de golpes. Conflictos religiosos insolubles que propiciaron un espectáculo increíble cuando un grupo de vecinos, rompió a mazazos un templo católico, sin que nadie interviniera. Igualmente se dejó avanzar y arraigar al narcotráfico y su consecuencia inmediata, el crimen organizado.
Si a esto se agrega el cambio de gobernador que recayó en Fausto Vallejo, hombre enfermo, a quien se ha sostenido a fuerza por ser del PRI, sin importar lo negativo de su ostensible incapacidad, las cosas empiezan a explicarse. Hay un gran trasfondo en todo ello.
En esta increíble cadena de dislates ¿Dónde queda la obligación impuesta por el artículo 128 Constitucional a los funcionarios públicos, sin excepción alguna, para cumplir y hacer cumplir la propia Constitución y las leyes que de ella emanen, como Deber Humano Fundamental?
Los hechos son terribles y hablan de una pérdida del control institucional. La ingobernabilidad es manifiesta sin posibilidad de ocultarla. Es ahora el foco del caos paradójicamente Apatzingán, la otrora referencia histórica de la Independencia de México. Increíble. Se pasea por esos atribulados rumbos el espíritu bronco de Juan Colorado, personaje violento, cantado en corridos y montado en su cuaco “El huracán”. Ahí se libra en estos días una nefasta lucha entre grupos civiles enfrentados dentro de su propia comunidad. Para combatir al crimen organizado de los auto llamados Caballeros Templarios, se organizaron grupos de autodefensa, que armados, fuera de la ley se opusieron a las acciones de aquellos.
Como reacción se juntaron otros grupos de vecinos para oponerse a los civiles armados y han entrado en un serio conflicto que ha llevado a esta zona de Michoacán a una verdadera guerra civil de baja intensidad, pero de magnitud creciente. Mientras el artículo 17 de la Constitución de la República es lastimosamente pisoteado. El Gobierno federal ha intervenido sin lograr poner paz entre los enfrentados. El secretario de Gobernación ha afirmado que se pondrá el orden que el caso amerita. Ejército y policía federal patrullan, el problema continua.
Mientras ello no sucede, se cuentan dos elementos del Ejército Mexicano muertos en emboscada, dos civiles, uno de nombre Emiliano Guzmán Sandoval y otro desconocido, fueron muertos en los disturbios. Sitios y quemas en poblaciones y vehículos, toma de carreteras y palacios municipales como son Parácuaro y el propio Apatzingán; bloqueo de la Autopista Siglo XXI y otras muy desafortunadas acciones que hablan de que la paz pública, el estado de derecho y el orden constitucional no existen.
Otros estados colindantes, también sufren los amagos de este fenómeno, como Guerrero, Morelos y hasta el Estado de México que ha tenido que dictar medidas para proteger sus carreteras y otras posibilidades de contagio. El mal tiende a extenderse de no ser combatido desde sus orígenes, ya que se encuentra muy extendido y ha permeado a la sociedad misma que lo alimenta y a la vez padece.
Sin caer en pronósticos, presagios ni malaventuras, es de simple razón entender que si las condiciones en que se dan estas manifestaciones crecientes, la enfermedad social puede desembocar en una metástasis incontrolable que arrastre a un desenlace indeseado.
El asunto es sumamente serio. Se advierte que las próximas elecciones federales de 2015 pueden ser canceladas. Varios países han puesto en alerta a sus ciudadanos para no viajar a México y en particular a algunos estados, casi la mayoría, entre los que desafortunadamente se encuentra Veracruz. No será fácil pero el país no está para dilaciones, ni menos tibieza para erradicar esta amenaza que toca las puertas del indeseable Estado Fallido.