Diversidad cultural, más que una etiqueta

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El reto, lograr valorar la diversidad cultural y el reconocimiento de las mismas

 

Édgar Escamilla

Poza Rica

 

El proceso globalizador ha permitido una mezcla entre las diferentes culturas; el reto está en revalorar la identidad de cada persona y evitar las etiquetas que simplifican la complejidad humana, advierte investigador de la Universidad Veracruzana.

 

Jesús Alberto Martell León es responsable de la Unidad de Transversalidad Académica Intercultural (UTAI). Señala que vivimos en un mundo cada vez más complejo, producto del proceso globalizador, en el que una tendencia multiculturalista había provocado una homogeneización de los seres humanos y su categorización por sectores, volviendo invisibles a los grupos menos favorecidos o minoritarios, a los que se les denomina “subalternos”, producto de los movimientos sociales.

 

En los países post industrializados, se comenzó a cuestionar que ese multiculturalismo, al mismo tiempo de que reconocía la diferencia, tuvo un efecto negativo, porque solo resaltaba las diferencias y minimizaba las otras opciones.

 

 

Por otra parte, la interculturalidad permite reconocer que existe un intercambio, una relación entre personas de diferentes culturas.

 

“No vivimos como grupos diferenciados, cada quien en su isla, sino que estamos en constante intercambio de ideas; este intercambio nos permite nutrirnos de las diferentes culturas, maneras de ver la vida y se ha intensificado en la época actual”, advierte.

 

En el caso concreto de Poza Rica, se tienen migrantes de países de Sudamérica, Estados Unidos, europeos, pero también de las zonas rurales, generándose un gran mosaico de diversidad cultural.

 

Señala que no solo las personas migran, sino también nos llegan las ideas y tradiciones; por lo tanto, actualmente no se puede hablar de que cada grupo tiene su propia cultura, como si esta no estuviera influenciada por otras.

 

Cada persona muestra en sí, las influencias de varias culturas, desde su vestimenta y calzado, los aparatos electrodomésticos y de comunicación que utiliza, palabras que emplea, gustos gastronómicos y un largo etcétera.

 

Advierte que el multiculturalismo en su afán de criticar que todos somos iguales, resaltó mucho las diferencias, pero el riesgo fue encasillar con una sola etiqueta; en este sentido,  señaló que “en realidad somos polos de identidad, con la influencia de muchas culturas, lo que nos hace aún más complejos”.

 

Muchas personas lejos de sentirse “encasilladas”, se apegan a una etiqueta en particular porque esto les genera algún tipo de beneficio, ya sea en políticas públicas o de manera económica, “pero al analizar la realidad, nos damos cuenta que somos más que un simple beneficiario de esa política pública”.

 

Por último, el investigador social señala que al mirarnos con una etiqueta, “simplificamos al ser humano en solo un aspecto, se nos olvida que somos complejos y que jugamos diferentes roles dentro de la misma sociedad”.

 

Actualmente la UV trabaja en lograr esa transversalidad entre las diferentes culturas, de tal modo que el eje de la interculturalidad se combine con el de perspectiva de género, discapacidad, indigenismo, entre otras.