Hasta pronto Palermo
¿Quién cuidará la hortaliza?
A sus 82 años, el ingeniero municipal Palermo Galindo García, un buen hijo de Poza Rica, partió de este mundo, pero deja un ejemplo que seguir
Édgar Escamilla
Poza Rica
Una de las frases que caracterizó a Palermo Galindo García hasta sus últimos días, era que él ya había vivido, bien o mal ya había hecho su vida. Bajo esta premisa, siempre se preocupó por compartir su conocimiento con las nuevas generaciones, la mayoría de las veces a cambio de solo el agradecimiento. Ayer miércoles partió con nuevo destino; quedaron esperándolo sus huertos de traspatio, el nopal que sembrara en una de las jardineras de la Plaza Cívica “18 de Marzo”, sus gallinas y los conejos.
Platicar con Palermo siempre fue ilustrativo. Con la sabiduría de un anciano que ha recorrido mundo, compartía sus experiencias, pero más allá, proponía soluciones para los problemas que aquejan a Poza Rica.
Egresado de la Escuela de Ingeniería Municipal en el Distrito Federal, Palermo pronto buscó nuevos aires en Estados Unidos, donde vivió durante 32 y acumuló gran parte de su experiencia.
A su regreso a México, preocupado por la situación de desempleo que afecta a los jóvenes, decidió emprender un proyecto para capacitarlos en el área de topografía. Diariamente repartía copias de un escrito de su puño y letra, en el que ofrecía los cursos a quienes les interesara.
Esto lo llevó a que en 2010, se acercara al Ayuntamiento de Poza Rica y con el apoyo de PASA, concesionaria del servicio de recolección y confinamiento de la basura, se ofertaran becas para que más personas recibieran el curso de topografía.
Jubilado por el gobierno de los Estados Unidos, Palermo dedicaba todo su tiempo a las actividades que le llenaban de satisfacción. Mucha gente que lo conoció de vista lo recuerda como “el señor que siembra hortalizas en la Plaza”.
Todos los días acudía a la esquina de las calles 16 Norte y 2 Oriente, muy cerca de su casa, para cuidar de sus “huertos urbanos”, como solía llamarles. También llevaba sus gallinas y conejos a pastar en las áreas verdes detrás de la techumbre de la Plaza Cívica.
Solía también colocar globos para los niños, quien quisiera podía tomar uno. En el árbol que se encuentra frente a su domicilio, colocaba las copias de la información de sus cursos de topografía. Tenía también un quiosco para ofrecer información respecto a los cultivos urbanos.
Siempre le preocupó y le ocupó el tema de la educación, solía decir que el conocimiento era para compartirse y que el alumno debía salir “más chingón” que el maestro.
Propuso algunas soluciones para el problema del desabasto de agua en Poza Rica, para reducir la contaminación, el tráfico, pero pocas veces tuvo eco en las autoridades; sin embargo, siempre se mantuvo insistente.
La razón del por qué el título de “¿Quién cuidará la hortaliza?” es porque tal vez pocos conocieron su nombre o historia, pero muchos lo identifican por las tardes que pasaba cuidando ese pequeño espacio de Poza Rica; ahora ¿quién se preocupara por esta ciudad?
En aquella jardinera permanece la malla para pollos, un par de frutas descomponiéndose y un nopal. Un decolorado anuncio hecho sobre unicel dice, como si se tratase de un epitafio: “Gracias por ayudar a cuidar”.