México, convertido en tumba de migrantes

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Suman miles las personas desaparecidas a su paso por territorio nacional en busca del sueño americano.

 

El país no cuenta con una política migratoria apegada al respeto de los derechos humanos, advierte activista

Documentan en Centroamérica, casos de migrantes desaparecidos en territorio mexicano

 

Édgar Escamilla

Poza Rica

 

Un mexicano se encuentra en Honduras, país centroamericano con el mayor número de personas expulsadas a causa de la pobreza y violencia, documentando los casos de migrantes que desaparecieron en su intento por llegar a Estados Unidos y de los cuales, ni las autoridades locales se atreven a investigar.

 

Rubén Figueroa es defensor de los derechos humanos de los migrantes en tránsito. Como activista, se ha visto amenazado tanto por autoridades como por grupos delincuenciales, lo que le ha provocado que haya estado en exilio durante varios meses enla Unión Americana, pero a su regreso a México, se dio a la tarea de documentar los casos de desapariciones de migrantes.

 

 

“Se cuentan por miles, sin precisar la cifras, porque la mayoría de los casos no están documentados”, comienza el relato. En su andar por Honduras, ha recibido los documentos de personas que salieron con rumbo al país norteamericano y un día desaparecieron sin dejar huella.

 

Pocas veces las familias llegan a denunciar los hechos, pero cuando se atreven, son ignorados por las autoridades, quienes argumentan que la desaparición se dio en el extranjero, por lo que se ven limitados para actuar. En otras ocasiones, son atendidos por la Cancillería, quien da ´carpetazo´ a las investigaciones, mientras las familias quedan esperando la llamada que nunca suena.

 

Así como son miles las personas que salen de aquella nación, son miles también de las que no se vuelve a tener noticia, mientras los casos se multiplican por docenas en cada pueblo. “Las causas por la cual desaparecen son distintas, pero siempre va de la mano el tráfico, secuestro y trata de personas”.

 

Advierte que hasta el momento, México no cuenta con una política migratoria pegada a derecho, “ni mucho menos ejerce acciones de prevención del delito contra los migrantes, quienes se ven obligados a transitar de forma indocumentada por veredas y caminos peligrosos donde son secuestrados, extorsionados o asesinados por bandas del crimen organizado en complicidad con algunas autoridades”.

 

Más grave es aún el caso de las mujeres que son violadas o secuestradas con fines de explotación sexual, como sucede recurrentemente en el estado de Chiapas, que cuenta con un elevado índice de trata de personas. La mayoría de las víctimas son migrantes centroamericanas, incluso menores de edad.

 

“La desesperación de sus familiares se agudiza cada que pasa, es un dolor que nos va matando poco a poco, pensar que si nuestros hijos viven o están muertos”, escribe el activista.

 

Sin rastro alguno

 

Uno de los tantos casos documentados es el de Karla, hija de la señora Nora Castro. Karla salió de su natal Honduras, en junio de 2013, había contactado un pollero que la llevaría hasta Estados Unidos.

 

La última noticia que tuvieron de Karla fue que estaba por llegar a Tamaulipas; un mes después, el propio traficante le entregó a doña María, la bolsa de mano con las pertenencias de su hija.

 

El coyote le aseguró que su hija había muerto al intentar cruzar la frontera, pero la versión cambió cuando dijo que había fallecido a causa de la mordedura de una serpiente, después a causa del cansancio y por último, por un ataque de asma.

 

En cada pueblo que visita, las historias se repiten constantemente. En 2007, Rita Lizeth Mendoza, que había sido víctima de violencia doméstica y trató de buscar una mejor calidad de vida en el país del norte, se comunicó desde Cd. Juárez (Chihuahua) con su madre, la señora María Isabel, a quien le dejó la custodia de sus tres hijos. Le dijo que se le había acabado el dinero y que buscaría un empleo para poder continuar su viaje hacia Estados Unidos, esa fue su última llamada.

 

Tamaulipas, el estado tragamigrantes

 

Cada camino, cada pueblo, cada frontera se convierte en un filtro para los migrantes, muchos logran avanzar pero se van quedando a lo largo de los miles de kilómetros que los separan de Estados Unidos.

 

“Muchos logran llegar a Tamaulipas y es en ese estado donde muchos dejan de comunicarse con sus familias, desaparecen sin dejar rastros, los cárteles del narcotráfico que operan en ese estado ampliaron sus actividades y sus operaciones hacia el tráfico y secuestro de migrantes”, comenta.

 

Masacres como la ocurrida en San Fernando, en 2010, son una muestra de la violencia que ejercen los cárteles. Muchos migrantes son reclutados a la fuerza o simplemente ejecutados si no aceptan. “Intentar cruzar el río Bravo sin haber pagado la cuota, es una sentencia de muerte”.

 

Denis Omar dejó su natal “Talanga”, un pueblo ubicado al norte del departamento de Francisco Morazán. Con 22 años de edad, el cuatro de julio de 2014 se aventuró con dos de sus amigos, hacia Estados Unidos, pero algo pasó que se separaron en el trayecto. Denis logró llegar a Nuevo Laredo y se refugió en la casa del migrante el 24 de julio; al siguiente día cruzaría la frontera. Hasta el momento no se ha vuelto a comunicar con su familia.

 

Juan Carlos tenía un sueño: construir su propia casa; para eso partió rumbo al norte. El 31 de mayo de 2011 fue la última ocasión en que pudo comunicarse con su madre, la señora María Anita.

 

Juan se encontraba en Tamaulipas. Doña Anita recuerda que ambos lloraron durante la llamada. “Madre, estoy pasando hambre, no tengo dinero y no puedo cruzar, mándame algo de dinero”, relata la mujer entre lágrimas.

 

Las condiciones en Honduras no son las mejores, precisamente por esa razón él había salido de su país. Su madre, separada por miles de kilómetros, no podía ayudarlo porque no tenía dinero; Juan nunca se volvió a comunicar, su rastro se desvaneció en el camino.

 

Construyendo ´puentes de esperanza´

 

Rubén y el Movimiento Migrante Mesoamericano actualmente se encuentran en Honduras documentando los casos de migrantes desaparecidos. ‘La esperanza muere al último’ y tratan afanosamente de reunir la mayor cantidad de información para realizar posteriormente, una búsqueda en México y Estados Unidos, en coordinación con diferentes organizaciones civiles y autoridades.

 

 

Durante la décima caravana de madres de migrantes desaparecidos, realizada en México entre los días 20 de noviembre y siete de diciembre de 2014, decenas de organizaciones no gubernamentales se sumaron a esta tarea, con el afán de reencontrar a estas mujeres con sus hijos, que un día partieron en búsqueda de una mejor calidad de vida.