Paraíso en el abandono
* Playas llenas de basura y, las que no, devoradas por el mar, hoteles que cierran por falta de huéspedes, restaurantes sin comensales y la indiferencia de las autoridades locales han convertido a este destino turístico en un pueblo fantasma
Édgar Escamilla
Cazones
La falta de atención de parte de las autoridades municipales y estatales, mantiene a la comunidad de la Barra de Cazones, la playa más cercana a Poza Rica, sumida en un abandono total, pareciese que el tiempo se ha detenido y los días transcurren uno a otro sin que recobre el esplendor del que gozaba hace más de una década, cuando el turismo acudía lo mismo en vacaciones que los fines de semana.
Ubicada a tan solo41 kilómetros de Poza Rica, esta paradisíaca comunidad asentada en la margen derecha de la bocana del río Cazones, dependía hasta hace un par de años, de la actividad pesquera y turística.
Sin embargo, como coinciden sus habitantes, la falta de visión de las autoridades municipales, ha provocado que la carretera se deteriore cada día más, sin que exista un proyecto eficaz para su reencarpetado; siendo utilizada solo como promesa de campaña, mientras que los turistas han dejado de llegar a causa del mal estado.
El hecho de que esta vía atreviese por el municipio de Papantla, ha provocado una disputa acerca de cual de los Ayuntamientos debe gestionar su rehabilitación, mientras la carpeta asfáltica ha desparecido en algunos puntos, como en la entrada a la comunidad de El Aguacate.
Las lanchas quedaron varadas
Desde los catorce años, don José Guerrero, ha dedicado su vida a ofrecer el servicio de transporte en lancha; primero para llegar hasta la cabecera municipal, río arriba, y después, solo para cruzar al otro lado de la bocana. Durante más de cinco décadas, ha visto su comunidad transformarse, el ir y venir de turistas, hasta que éstos dejaron de llegar.
“Había servicio de lanchas desde la Barra hasta Cazones; empezábamos a salir a las cuatro de la mañana, desde la orilla nos alumbraba la gente y nos acercábamos, ahí cargábamos guajolotes, cilindros, tambores, de todo, porque entonces no había carretera”, recuerda.
Así durante todo el día, las lanchas iban y venían por el río hasta que caía la tarde. “Así la íbamos pasando; con el pasar de los años, llegaron las líneas del gasoducto y después abrieron la carretera.
En la actualidad la severa crisis económica que ha golpeado a la región tras la caída en las inversiones de Petróleos Mexicanos y el despido de cientos de trabajadores de las compañías, provocó que el turismo dejara de llegar hasta la Barra; inclusive los autobuses han dejado de prestar el servicio, ahora solo taxistas cubren la ruta desde la cabecera municipal.
En 2014, los pocos prestadores de servicios se prepararon con anticipación para la temporada vacacional de Semana Santa, pero con desanimo, vieron como su inversión se fue a la basura, pues las malas condiciones del clima y el estado deplorable de la carretera, ahuyentaron a los turistas.
Este año las previsiones no son tan optimistas, saben que el hecho de que el periodo vacacional sea a finales de marzo, coincidirá con los vientos del Norte que llegan con los frentes fríos, temporal que se prolongará hasta mayo.
Restaurantes y hoteles luchan por la permanencia
La situación económica no es la mejor en décadas, eso lo sabe bien el señor Héctor Bernabé Román, quien se vio en la necesidad de cerrar definitivamente su restaurante “El farallón”, luego de 22 años de haber atendido a los turistas que llegaban hasta la Barra de Cazones.
Haciendo un esfuerzo, mantiene abierto su hotel; pero no sabe cuánto tiempo más podría soportar esta situación. Para poder rentar tan solo una habitación, de 300 pesos, deben pasar en ocasiones hasta dos semanas; los fines de semana, los restauranteros ven ocupadas una o dos mesas, no más.
Como muchos otros, culpa al mal estado de la carretera, la poca promoción turística y el alza constante en los precios de insumos e impuestos. “Sube y sube la gasolina en detrimento de la afluencia del turismo, el turismo llega a cuentagotas; se organizan eventos, pero no es algo constante”, lamenta.
Las redes retornan vacías
El banco de niebla se asoma en el horizonte; como escapando de él, un grupo de pescadores entra a la bocana rápidamente sorteando las olas. Llegan al embarcadero con la cara larga, la pesca fue casi nula.
Otra embarcación se acerca con unas cuantas taras, no pescaron, salieron a comprar camarón al barco que se encuentra pescando algunas brazadas mar adentro, pero tampoco a ellos les va mejor, pese a contar con mayor equipo.
Cuentan que la temporada este año ha sido muy mala, aunado a los constantes frentes fríos y el cierre a la navegación. El mar ya no brinda su producto, en ocasiones por cada salida llegan a capturar solo tres o cuatro kilogramos de camarón.
Temen que la actividad petrolera que se desarrolla en altamar y las centrales termoeléctricas ubicadas costa arriba en Tuxpan, esté contaminando y mermando a las especies marinas.
A falta de peces, basura
La gran cantidad de desechos sólidos que son arrojados a los arroyos tributarios del río Cazones, principalmente en Poza Rica, van a dar inevitablemente al mar, que tiempo más tarde los devuelve a las playas, generando un paisaje desolador en lo que debería ser un paraíso.
Las conchas y caracoles han sido desplazadas por toneladas de plásticos que ahora abarrotan la playa, solo en el área de palapas se preocupan por retirar los escombros, el resto de la costa permanece sucia.
Pocas personas caminan por la playa, que también ha sufrido las consecuencias del cambio climático. Es evidente como el mar ha ganado terreno a la línea de costa.
Los habitantes de la Barra solo piden a las autoridades que cumplan sus compromisos, que destinen un poco de recurso a la promoción turística de sus playas y que se invierta en la rehabilitación de la carretera, antes de que la comunidad quede solo como un pueblo fantasma.