Se deteriora el puente de Paso de Barriles
Inaugurado con bombo y platillo; en coincidencia con la celebración del cumpleaños de Fidel Herrera Beltrán, emerge suntuoso sobre el valle labrado por el río Tecolutla. Cuatro años después es víctima del abandono, al igual que las comunidades que prometía incluir al desarrollo.
Édgar Escamilla
Gutiérrez Zamora
Corría el año 2010, siete de marzo para ser exactos. Eran los últimos momentos del gobierno de la fidelidad, el gobierno de los puentes, y el entonces gobernador Fidel Herrera Beltrán recorría la entidad de arriba abajo, inaugurando cuanta obra vial podía; ese día cientos de personas se congregaron en la pequeña comunidad de Paso de Barriles, que apenas en 1999 había sido devastada por la creciente del río Tecolutla, para inaugurar el portentoso puente “Bicentenario-Paso de Barriles”.
Cuatro años demoró su construcción, que sustituiría una vieja panga, la cual los habitantes de esta región citrícola debían utilizar para cruzar el caudaloso río en busca de un mercado para sus productos. Cuenta con una longitud de 180 metros y 11,6 metros de ancho; representó una inversión de 93 millones de pesos para lograr la estructura metálica en forma de arco, que permitió salvar el claro del Tecolutla sin la necesidad de soportes.
Su inauguración coincidió con el festejo del cumpleaños de Herrera Beltrán, así que las autoridades municipales echaron la casa por la ventana y lo recibieron con música de mariachis, la gente se arremolinaba para felicitar de propia mano al hacedor de puentes.
“Estamos aquí ante una obra muy útil, necesaria y muy productiva, porque nos va a permitir integrarnos para generar empleos, para obtener buenos precios para los productos y para comunicarnos con el mundo, el progreso y la felicidad”, expresó el exgobernador.
Muchos rostros de la política regional se dieron cita en Paso de Barriles para ser testigos de la inauguración de tan importante obra. Se reunió tanta gente como seguramente jamás en la historia de esta pequeña comunidad, donde, actualmente, se observan no más de tres viviendas.
Las cámaras se centraron en la estructura del puente, que fue comunicado con la carretera federal 180 Matamoros – Puerto Juárez, pero poco se dijo del resto del camino para enlazar a cuatro comunidades rurales, el cual hasta la actualidad es una brecha de terracería, polvosa durante la temporada de sequía y en extremo lodosa durante los meses en que se presentan las precipitaciones.
A solo cuatro años de distancia, el bullicio de aquel siete de marzo parece un recuerdo lejano, tan presente como la inundación que azotó a toda la región en 1999. El camino asfaltado para acceder al puente Bicentenario se encuentra en pésimas condiciones, y una vez cruzado el viaducto, desaparece.
Testigo de aquel acontecimiento, la placa conmemorativa develada por Herrera Beltrán permanece inamovible sobre la pared de los soportes del puente; el resto de la publicidad ha sido víctima del paso del tiempo a la intemperie, pero el mayor daño se observa en la estructura metálica. Tirantes, birlos y tornillos se observan corroídos; de aquella pintura roja característica de la administración estatal queda un tono pálido, solo donde la oxidación no ha hecho de las suyas.
También se habló de la importancia que revestía para la zona, pero la realidad es que son pocos los vehículos que transitan por ese lugar, uno o dos por hora.
Han pasado cuatro años y los elementos han cobrado factura, los 93 millones de pesos invertidos en un puente carente de mantenimiento, parecen condenar al Bicentenario – Paso de Barriles, al mismo destino que el puente Remolino, que también permitía salvar el caudaloso río Tecolutla.