Jorge Fernández Menéndez - Mancera: la vida después de la crisis

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Afortunadamente la recuperación física de Miguel Ángel Mancera continúa dándose en forma favorable y, sin apurar el trámite, el jefe de Gobierno podría estar reapareciendo públicamente hacia mediados del mes que inicia. El viernes su situación fue crítica: durante el procedimiento de ablación cardiaca al que fue sometido, se suscitaron tres eventos simultáneos, uno de ellos muy grave, con una perforación arterial que estuvieron a punto de acabar con la vida del jefe de Gobierno. Hubo que realizar, de urgencia, una operación de corazón abierto de la que, luego de unas horas de incertidumbre, ha comenzado a recuperarse muy satisfactoriamente.

La emergencia ha pasado pero, en esas horas de incertidumbre, se movieron muchas cosas en la vida de Mancera y entre sus más cercanos, pero también en la política capitalina y nacional. Y ello se tendrá que reflejar en muchos capítulos. El primero y principal será asumir que la crisis es oportunidad y que en el gobierno del DF, Mancera deberá comenzar una nueva etapa.

 

En los días anteriores a la operación, que tendría que haber sido prácticamente de rutina, el jefe de Gobierno había dicho que quien no cumpliera con sus responsabilidades en su equipo se debería ir, y había comenzado a realizar cambios de funcionarios que no estaban a la altura de esas responsabilidades. Esos cambios se profundizarán porque a las capacidades o la falta de las mismas, pasados además los compromisos iniciales de Mancera, se sumará la evaluación de los movimientos que se realizaron ante la crisis en su entorno, entre sus aliados y adversarios.

Lo sucedido con el jefe de Gobierno entre viernes y sábado, recordó, por un momento y con todas las diferencias del caso, lo sucedido en marzo de 1981, cuando Ronald Reagan fue herido de bala en un atentado y distintos personajes, mientras el presidente era operado, comenzaron a disputarse, directa o solapadamente, el poder, sobre todo el secretario de estado, Alexander Haig, que mientras el vicepresidente George Bush volaba de regreso a los Estados Unidos aseguró, aunque no tenía facultades constitucionales, que él estaba a cargo del gobierno. Reagan no delegó en nadie el gobierno. Fueron horas de confusión y obviamente de mucho dramatismo, porque todo ello fue público, pero, en su dimensión, no fueron más sencillas en el GDF. Si se acallaron fue porque Mancera no estuvo inconsciente, como algunos pensaron, 48 horas, sino sólo la noche del viernes y desde el sábado en la mañana había recuperado la consciencia e incluso horas después, fue pasado de terapia intensiva a terapia intermedia.

Pero se ha monitoreado lo que ocurrió en esas horas y sobre todo quienes movieron, con todo interés, la versión de que Mancera había muerto o se encontraba en una situación irreversible. Y evidentemente ello generará en el futuro próximo consecuencias. En otras palabras, el jefe de Gobierno capitalino podrá identificar, limpiar y redimensionar su administración.

Esas decisiones van de la mano con el papel que deberá jugar Mancera de cara a las elecciones del año próximo, tanto en la ciudad como a nivel federal, contando además con una propuesta que ya es hora que el PRD, que parece todavía aturdido por los hechos de Iguala, tendría que hacer muy suya: la de los incrementos a los salarios mínimos, más aún cuando la consulta panista en ese sentido fue desechada por la Corte y cuando la propia consulta perredista sobre el tema energético, que no inspiraba votos, más que los clientelares, ha quedado también desechada. Después de Iguala, sin la consulta energética como bandera (dos derrotas políticas consecutivas para el PRD), el tema de los salarios mínimos y el personaje Mancera son fundamentales para el futuro de la izquierda, si es que quiere tener uno. Por eso ha llamado tanto la atención que los principales dirigentes perredistas que, insisto, parecen seguir anonadados luego de Iguala, hayan tenido tan poco protagonismo en torno a la enfermedad de Mancera.

Otro punto clave en este sentido y que es parte de los expedientes que se acumulan en la habitación de Mancera, es la reforma constitucional sobre el DF. En el fin de semana privó la incertidumbre entre otras cosas porque no hay claridad sobre cómo proceder en caso extremos y no se puede improvisar o actuar intuitivamente en este tipo de situaciones. Por supuesto que la reforma constitucional en la capital trasciende estos temas, pero los mismos sirven para recordar la urgencia con la que se debe acometer.

Habrá un antes y un después en la vida política (y en la persona) de Mancera luego de la crisis del viernes. Para bien.

JALISCO: LECTURAS

No pasó desapercibido que el más reciente encuentro de Nueva Alianza con las mujeres, sobre todo maestras, convocado por Luis Castro, iniciando así un nuevo periodo en ese partido, se realizó en Jalisco, la tierra del líder del SNTE, Juan Díaz de la Torre, presente en el acto y ratificando una alianza que dará mucho de qué hablar.