Sin tacto 30/6/16
-El Gurú: impuntualidad y mentiras
Por Sergio González Levet
-Disculpe, maestro, pero el tráfico estaba muy pesado y por eso llegué tarde -sofocado por la carrera para llegar rápidamente a café, con media hora de retraso, apenas alcancé a decirle eso al Gurú.
Él se me quedó viendo con una mirada penetrante con la cual me decía sin palabras que no había creído mi excusa, por eso me recompuse y le confesé:
-En realidad se me hizo tarde porque me quedé un rato de más en la cama (tengo un colchón que me habla, y me dice todos los días: “Quédate, anda. No te levantes todavía. Un ratito más…), y cuando atiné a ver ya se me había hecho tarde. Le pido una disculpa por la tardanza y por la pequeña mentirijilla.
-Pues no te voy a disculpar ni la una ni la otra, Saltita, y como castigo tendrás que pagar el desayuno y escuchar atentamente mis reconvenciones al respecto.
Avergonzado, acepté ambas condiciones y me dispuse a recibir el regaño del maestro, que se tradujo en una serie de reflexiones.
-Mira, en lo que tiene que ver con la impuntualidad, la considero la mayor de las descortesías porque al llegar a destiempo le mandas a la víctima de tu lentitud el mensaje de que no te importa su tiempo y con ello que tampoco te importa ella. La puntualidad es un lujo que se pueden dar los poderosos (emperadores y reyes, gobernantes, jefes) y que cuando la ejercen los revela en su grandeza de espíritu.
El impuntual es un desconsiderado, y no tiene perdón.
Se me quedó viendo fijamente una vez más durante unos segundos que duraron una eternidad, y siguió con la segunda parte:
-Pero peor aún que llegar tarde es ser mentiroso. Es un pecado y es algo peor: es un error. El que miente cae en una trampa de la que no puede sair, porque siempre una mentira lleva a tener que decir otra para mantener lo inventado, y llega un momento en el que el mentiroso ya no se acuerda de lo que dijo en un principio y termina traicionándose a sí mismo. Es de lo que se valen los policías modernos para conseguir las confesiones de los criminales, y es mucho más efectivo y económico en esfuerzo que las torturas, porque el torturado termina diciendo no la verdad, sino lo que quieren escuchar los torturadores. Y finalmente terminan engañados o engañando o engañándose el uno y los otros.
Yo sé que el Gurú no es un hombre religioso en el sentido católico del término, pero a menudo echa mano de citas de la Biblia, porque insiste en que como libro es uno de los mejores, y tan sabio como sus homónimos del Medio Oriente: el Talmud y el Corán, y algunos otros de culturas antiguas de la India, de Mesoamérica, de China…
-Recuerda las palabras de Jesús: La verdad los hará libres. El que miente, entonces, está preso en la cárcel que él mismo se fabricó. Y además mentir es algo que refiere un gran esfuerzo y nunca da buenos frutos. Oye lo que te digo: a una persona inteligente nunca le puedes mentir, porque de inmediato se dará cuenta. Y por lo general los que mienten son los tontos.
-Así que mejor evítate problemas, llega a tiempo, di siempre la verdad, y por lo pronto ve pagando la cuenta de este sabroso desayuno.