El retorno a lo presencial.
Por: Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo.
El Señor presidente el pasado doce de marzo, al encabezar la inauguración de un cuartel de la Guardia Nacional en Culiacán, Sonora anunció que el regreso a clases presenciales en todo el país será antes de que termine el ciclo escolar, pues según sus propias palabras, aunque la educación a distancia, a través de la televisión y el internet ha servido, “no es lo mejor, la escuela es el segundo hogar”.
Aquí me gustaría detenerme y analizar, que sí, durante muchos años se vio a la escuela como un recinto social donde los párvulos se enriquecían al convivir con sus compañeros y maestros y adquirían conocimientos académicos y reforzaban valores y nadie niega que todos necesitamos el contacto “face to face”, la interacción que nos humaniza y nos revaloriza nuestro lugar dentro de cualquier grupo social. Y ha pasado un año, nos fuimos de pronto el 17 de Marzo con un discurso (por cierto más concebido) que nos invitaba a “adelantar vacaciones de semana santa” y resultó que no regresamos de forma física a las aulas. Los colegios privados y el sector estatal tuvo que enfrentar una dura crisis de reestructura para hacer que todos los estudiantes del ciclo 2019 – 2020 no perdieran el año que estaba ya casi en un 70% avanzado. Y el verano pasó y nos enganchamos en el entorno virtual al siguiente ciclo. Y la pandemia no se ha ido. Vamos avanzando en algunas cosas, pero ni la tenemos dominada ni se ha ido eso es un hecho crucial que no podemos olvidar. Al contrario, han salido nuevas cepas, cada vez hay más casos cercarnos, las nuevas olas no se han detenido y para acabarla de amolar (como dicen coloquialmente) nuestro proceso de vacunación va sobre una tortuga. Avanzando de forma tan lenta que como dije en la semana pasada, el periódico estadounidense The New York Times, vaticina que al paso que llevamos, para 2019 puede ser que ya tengamos a todos los mexicanos vacunados. Bonita cosa.
Hay un montón de padres que parecen desesperados por que los niños regresen, quizá el confinamiento se ha superado, pero es importante no perder la calma. No se trata de que regresen por regresar y de esa manera sacarnos ese “problemita” de encima. Sino de tener bien asegurado todo lo que este retorno conllevaría. Verifiquemos algunos puntos que deben ser considerados (creo) en el caso remoto del retorno:
- Una de las personas que vive en el hogar con mi niño o que cuida a mi niño, tiene mayor riesgo de enfermarse gravemente a causa de COVID-19.
- El nivel de COVID es moderado a alto con base en la cantidad de casos nuevos (20 cada 100 mil personas o más) o el porcentaje de pruebas de detección positivas 5% o másn notificados por mi ciudad en los últimos 14 días.
- Estoy seguro que mi escuela cuenta con los recursos necesarios para implementar eficazmente un plan de prevención COVID-19.
- Mi hijo sabe usar perfectamente una mascarilla y podrá usarla durante periodos prolongados.
- Mi niño puede seguir instrucciones y permanecer guardando sana distancia de las demás personas, en el salón de clases, en los espacios de descanso, etc.
- Mi hijo cuenta con un modo confiable de transporte para ir y volver de la escuela. Y en caso de tener que usar el transporte publico, sabrá como guardar los protocolos debidos.
Estos son solo algunos por considerar que comparto por si no se le habían ocurrido. Y es que, no es regresar por regresar. Los niños estarán expuestos y todo el personal docente y administrativo. Las ciudades al estar los niños ya en movimiento volverán a tener una dinámica bastante acelerada y seguramente muchas cosas podrían ser desencadenadas.
No tengo porqué sembrar fatalismo. Lo que sí creo es, que necesitamos reflexión de hasta donde realmente nos conviene algo y no actuar a la ligera. Han sido doce largos meses, no pasa nada si aguantamos otro poquito.
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