Vivir de apariencia.

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Por: Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo


Aparentar. La definición más simple para este verbo es: manifestar o dar a entender lo que no es o lo que no hay. Podría decir que un 85% de las personas que conozco la practican como deporte olímpico. Y es horrible. Me pregunto siempre qué se gana con vivir de apariencia. ¿A quién se está tan deseoso de impresionar? Se dará cuenta la gente que a los demás les importa un comino lo que hagan, digan o tengan.

Pero no, la gente se súper enfrasca y deja la vida en ese acto tan superficial e incoherente. ¿De qué sirve luchar por mantener una imagen falsa de algo? Creo que se pierde tiempo, esfuerzo, dinero y harta vida. Hay quienes por ejemplo, en el trabajo, dedican más horas que el resto de sus compañeros, para aparentar dedicación, esfuerzo y basta solidaridad con la compañía. Cuento por montones las imágenes de parejitas felices que rondan en las redes y que en el fondo viven unas historias de terror bárbaras, ah pero eso sí, bien chulas y con comentarios de gente en la misma sintonía, que también tratra de aparentar que les importa la perfección y felicidad del otro. Osea un cuento de nunca acabar.

Quien es adicto a la apariencia, se encuentra en una profunda necesidad de aceptación y amor. Buscan a toca costa sentirse importantes. Las redes sociales se han vuelto clave para acrecentar esta adicción, pues el exhibicionismo social esta de oferta y pocos lo dejan pasar. Y dejeme decirle que no es un juego, aunque nos parezca cotidiano y simple, esta conducta se puede desarrollarse a grados patológicos, desgastando, frustrando y generando tensión, que provoca estados emocionales negativos al no obtener los preciados “likes” o comentarios de adulación deseados, que conllevan, incluso a la depresión.

La vida perfecta y maravillosa no existe, y no es que quiera sonar pesimista, pero la vida es eso: vida. Sus imperfecciones son las que la hacen maravillosa. Lo motivante debería ser aprovechar cada experiencia, sin sabor, alegría, éxito o fracaso, y en base a ellos seguir escribiendo nuestra historia como única.
¿Qué importa si a Pepito Pérez no le parece adecuado lo que me pasa a mí? A la única persona que debe importarle es a ti mismo y de igual manera, tampoco nos debe importar lo de otro.

Centremonos en lo único valioso que tenemos: Nosotros mismo, nuestro tiempo y nuestra vida. Explotémosla para generar cosas inmensas y realmente preciadas para y por nosotros. A últimas, los únicos a los que no podremos engañar será a nosotros mismos y a Dios, así que mejor jugar con integridad y honestidad, seguro eso nos traerá harta tranquilidad y paz.



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