PGJ entrega resultados de ADN

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Los restos corresponden al estudiante desaparecido Enrique Hernández Oliva

 

Juan Carlos Jiménez Benavidez

 

Tlapacoyan, Ver.- El pasado 6 de julio del 2013, se dio un lamentable hecho: dos estudiantes por irse de pinta a la famosa Cueva del Diablo perecieron en las aguas del río Alseseca, siendo localizado cuatro días después solo uno de los estudiantes, el cual fue reconocido como Orlando Javier Cabrera García,  de 15 años, faltando el otro estudiante.

 

Fue hasta el 30 de agosto de ese mismo año cuando se dio el descubrimiento de restos humanos en el río Bobos, perteneciente al municipio de Tlapacoyan, por un pescador que andaba por la zona de la comunidad Frijolares a la altura de la Colorada.

 

 

Una solicitud de apoyo por parte del agente municipal de Filipinas a las instalaciones de la comandancia policial, mencionó que se habían localizado algunos restos humanos en el lugar ya mencionado.

 

Motivo por el cual elementos municipales y de la AVI se trasladaron hasta el lugar donde se percataron que efectivamente en dicho lugar se encontraron restos humanos en medio del río, los cuales mostraban un avanzado grado de descomposición.

 

Por lo que se solicitó la presencia del personal de servicios periciales de la ciudad de Martínez de la Torre, acudiendo a realizar el levantamiento de los indicios correspondientes y de los restos óseos, los cuales fueron trasladados al Semefo para realizar la práctica de los estudios correspondientes para determinar sexo y edad del occiso, y pruebas de ADN como marca la ley.

 

Con estos datos se integró la investigación ministerial número 308/2013, donde el personal pericial inició una nueva indagatoria, por lo que Enrique Hernández Martínez y su esposa María del Carmen Oliva González, se resignaron y creyeron haber terminado su calvario de creer que no hallarían el cuerpo de su hijo.

 

Los restos del menor fueron llevados a las instalaciones del Servicio Médico Forense, donde le tomaron algunas muestras de ADN al igual que a la pareja de jornaleros, las cuales a principios de septiembre fueron enviadas a la capital del estado para la realización de los estudios de genética, con los que se determinaría si corresponden o no a los de su hijo desaparecido.

 

 

Pero ahora la espera terminó debido a que los resultados de genética ya fueron entregados a la unidad integral de atención de la PGJ en Tlapacoyan, donde los resultados periciales confirmaron la identidad de los restos encontrados en Frijolares, los cuales coinciden en un 99.999% los perfiles genéticos de los restos con los de la señora María del Carmen Oliva González.