¡Terrorífico!

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Por VALENTÍN MÁRQUEZ

Una explosión en la planta de Clorado III de Petroquímica Mexicana de Vinilo, dentro del complejo Petroquímico Paja­ritos, dejó tres personas muertas y cerca de 105 heridos, de inmediato la zona fue cubierta por una gran cortina de humo negro y el calor era insoportable, así como el estruendo que se dejó escuchar varios kilóme­tros y en municipios aledaños.

La tranquilidad se había perdido en Coatzacoalcos, en Villa Allen­de, Nanchital, Mundo Nuevo, Agua Dulce, Ixhuatlán del Sureste, Mo­loacan, Minatitlán, la onda expansi­va había causado daños en negocios y viviendas, donde hubo ruptura de ventanales.

De inmediato habitantes busca­ron puntos altos para saber qué es­taba pasando en la zona industrial, era una explosión, que provocó el pánico y la zozobra entre habitan­tes que tienen a sus familiares en el área de complejos, las líneas de telé­fonos móviles fue saturada.

Fueron minutos de terror, dijo un trabajador que logró salir ileso, lograron ponerse a salvo, llegaron por la margen de la congregación de Villa Allende, ahí lanchas y trans­bordador eran insuficiente para los trabajadores que con el rostro de miedo pedían llegar a Coatzacoal­cos.

Mientas en el área del suceso, era un caos, la carretera Costera del Golfo en el tramo Nanchital -Puen­te Coatzacoalcos, era intransitable, por lo cual comenzó un operativo para dar paso a las unidades del ser­vicio de emergencia.

Cuerpos de rescate a bordo de ambulancias y unidades de contra incendio acudían a la ayuda, fueron sacando heridos, las ambulancias transportaban a los lesionados, en clínicas y hospitales ya estaban pre­parados para recibirlos, aplicaban los protocolos que tantas veces se han practicado, esto no era un simu­lacro, era una realidad.

Lo mismo ocurría con el hospital en Villa Allende, había que atender crisis de nervios o heridos, todos se hermanaban, en redes sociales, se daban las noticias, los nombres de heridos, lo que había pasado y lo grave de la nube tóxica que comen­zó a cubrir a Coatzacoalcos como cuando cae la noche.

Un polvo que quemaba caía del cielo, era parte del producto, daban a conocer que era tóxico y que no sa­lieran de casa, o bien con un cubre boca, muchos no obedecieron y lle­garon a hospitales para buscar a sus familiares.

Al paso de las horas fue controla­do el siniestro, la explosión, la que había causado el caos, el pánico y la zozobra en el emporio petroquími­co más grande de Latinoamérica y a sus municipios aledaños.

LOS MINUTOS, UN INFIERNO

Javier Hernández salió de su casa para ir a su trabajo en Clorados III, en el complejo Petroquímico de Pa­jaritos, se despidió de sus hijos y su esposa, como todos los días, sabe que sale a su trabajo más no si re­gresará, por eso, siempre le dice a su esposa María, “voy con Dios, si no regreso, estoy con él”, el beso en la frente y la frase de cuida a los ni­ños. Su jornada ya estaba por con­cluir, repentinamente todo cambió, comenzó a escuchar un fuerte soni­do provocado por una fuga en una línea de producto, sabía que algo es­taba mal, minutos que fueron un in­fierno, su reloj marcaba las 15:22 ho­ras cuando se escuchó el estruendo.

Todo se volvió un caos, los ros­tros de trabajadores era de pánico, de miedo, otros salían con las ropas desgarradas, con sangre en cuerpo, quemados, no daban crédito a lo que ocurrió en la planta de Clorados III. 

Cientos de trabajadores corrimos buscando salvar nuestras vidas, de verdad, sentí miedo, dijo Javier que recordó a su esposa María y a sus hi­jos Rubén y Javier, pensó que ya no los volvería a ver, corría como deses­perado, mientras miraba para atrás, como otros compañeros también trataban de salvar la vida, así mu­chos salvaron la vida, otros, quizás no.