Los Centros de Atención para Estudiantes con Discapacidad

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Y la historia de Rogelio, un joven con discapacidad que venció las barreras de la discriminación y está a punto de concluir su bachillerato

Édgar Escamilla

Poza Rica

A partir del once de junio de 2013, el Estado Mexicano está obligado a proporcionar los servicios educativos desde preescolar hasta bachillerato. En este último nivel, el Inegi reportó en 2010 una matrícula cercana a los tres millones 600 mil alumnos en el nivel medio superior, pero también advierte que solo 57 por ciento de los jóvenes asiste a la escuela, pero existe un sector al que le resulta más difícil acceder a este derecho: los jóvenes con discapacidad. En la actualidad solo existen en todo el país, 200 planteles especializados para que puedan continuar sus estudios; los Centros de Atención para Personas con Discapacidad (CAED).

Rogelio nació sordo, lo que representó una barrera para su desarrollo, pero también le costó más poder incluirse. La falta de escuelas que enseñen lenguaje de señas le impidió relacionarse con la mayoría de los niños de su edad; no obstante, venció esos obstáculos y con el apoyo de su familia se encuentra cursando el bachillerato en el CAED ubicado en el Cbtis 78 de Poza Rica.

Con la interlocución de la maestra Anabel Hernández Ticante, Rogelio comenta sentirse muy a gusto en la escuela, donde entiende claramente las lecciones, lo que hace que su mamá también se sienta bien y le emocione que su hijo siga preparándose.

 

Desde pequeño fue aprendiendo el lenguaje de señas gracias a sus amigos también sordos, aunque le gustaría acudir a alguna escuela que le ayude a perfeccionar su comunicación.

Ana Belmares Vicencio, coordinadora del CAED, comenta que se trata de un modelo de educación especial en el que no existe un límite de edad para ingresar, solo contar con el certificado de secundaria. El servicio es gratuito y se pueden inscribir cualquier fecha, sin costo y sin examen de admisión.

Para quienes cursan el bachillerato en alguno de los 200 CAED, se otorgan becas y servicio médico, además de que acuden solo dos veces a la semana, cubriendo cuatro horas. Cuando alguno no puede acudir, puede tomar su clases a través de video llamadas.

“Reciben asesorías personalizadas, la curricular es similar al bachillerato general; compuesta por 22 módulos correspondientes a 22 materias que deben acreditar. Se identifican sus necesidades, se ajusta el programa, se trabaja en conjunto con los padres”.

Se les otorga una atención integral, no solo conocimientos. “Puede ser una limitante que o trabajan en grupos, no interactúan con otros alumnos, pero permite brindarles mayor atención y nos enfocamos en habilidades y conocimientos que les vayan a ser útiles en la vida diaria”, comenta.

Con el apoyo del director del Cbtis 78, se habilitó un espacio para que recibieran sus clases, acondicionando las áreas para que tuvieran una mejor movilidad, construyendo rampas y sanitarios especiales.

En el aula “Gilberto Rincón Gallardo” son atendidos catorce alumnos; cuatro de los cuales presentan discapacidad auditiva, dos con discapacidad motriz, uno con asperger y otros síndromes, algunos presentan discapacidades múltiples.

Son atendidos por tres psicólogos y un trabajador social, especialistas en autismo, educación especial y lenguaje de señas. Aunque por el momento no cuentan con alumnos con discapacidad visual, cuentan con materiales e impresoras en Braille. 

“Ellos no gastan, los libros se imprimen aquí mismo; lo única inversión es su cuaderno, lápiz y el examen”, señala Ana Belmares.

Al ser un bachillerato abierto, se les permite avanzar según sus capacidades, al final, recibirán un certificado de bachillerato, al igual que sus compañeros del Cbtis, con quienes han llegado a desarrollar lazos de amistad basados en el respeto mutuo.

“Muchos han sufrido agresiones por su condición, pero también trabajamos con los estudiantes regulares para sensibilizarlos respecto a sus compañeros del CAED, hacemos que se pongan en sus zapatos para que hagan conciencia de la necesidad de ir cambiando la forma en que interactuamos con las personas con discapacidad”, enfatiza Belmares Vicencio.

En la entidad, existen 15 Centros de Atención para Personas con Discapacidad, dos de los cuales se encuentran en Tuxpan, dos en Veracruz y el resto en los municipios de Alvarado, Boca del Río, Coatzacoalcos, Córdoba, Cosoleacaque, Ixtazoquitlán, Naranjos, Orizaba, Poza Rica, Tierra Blanca y Xalapa.

Anabel Hernández Ticante es licenciada en educación especial, especializada en audición y lenguaje; es responsable de acompañar en su instrucción a Rogelio y reconoce la dificultad a la que se enfrentan estos jóvenes que tienen la convicción de seguir preparándose académicamente.

“La comunicación es difícil, en ocasiones no traen las bases y se complica la interacción, pero una vez que llegan con nosotros, se abren a las demás personas. Es muy satisfactorio ver como se apropian del entorno”, comenta.

Escuelas de señas no hay en Poza Rica, por lo que los niños y jóvenes aprenden en los servicios como Usaer o Capep, pero requerirían que se contara con una institución especializada en la comunicación con lenguaje de señas para que más alumnos puedan continuar sus estudios.

 

El Inegi detalla que en Veracruz la tasa de condición de limitación en la actividad era del 5.45 por ciento según el Censo de Población y Vivienda de 2010, cuando la población del estado era de siete millones 626 403 personas; es decir, cerca de 416 mil personas vivían con algún tipo de discapacidad.