¿Puede la lactancia materna activar defensas contra el cáncer?

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Amamantar es más que alimentar: es un acto biológico que, en silencio, moviliza defensas invisibles. La lactancia materna activa células inmunes capaces de proteger contra el cáncer de mama.

Así lo revelan estudios recientes publicados por Nature, que explican cómo esta práctica natural desencadena una respuesta inmunológica clave para la salud materna, no solo infantil. Los hallazgos fueron respaldados por The University of Cambridge, en colaboración con el Walter and Eliza Hall Institute of Medical Research en Australia, instituciones que detallaron cómo ciertas células T activadas durante la lactancia podrían ser aliadas inesperadas contra tumores mamarios.

La ciencia detrás del vínculo entre lactancia y defensa inmunológica

El estudio reveló que durante la lactancia se produce un aumento significativo de células T gamma-delta, un tipo de célula inmunitaria especializada que patrulla los tejidos epiteliales, como los del pecho. Estas células no solo se incrementan en número, sino que muestran una capacidad reforzada para identificar y destruir células anormales, incluidas las cancerosas.

Este descubrimiento refuerza una idea que durante años había sido apenas una intuición epidemiológica: que la lactancia materna tiene un efecto protector contra el cáncer de mama, especialmente si se mantiene durante al menos seis meses. De hecho, la Organización Mundial de la Salud recomienda la lactancia exclusiva durante ese periodo mínimo, no solo por beneficios infantiles, sino también maternos.

Células T gamma-delta: las centinelas silenciosas

Los hallazgos liderados por el Instituto Walter y Eliza Hall, y publicados también por New Scientist, detallan que estas células gamma-delta no son las típicas protagonistas del sistema inmune. Su papel es más discreto, pero fundamental: se activan sin necesidad de inflamación previa, lo cual es ideal para entornos como el tejido mamario, donde una reacción inflamatoria podría ser contraproducente.

Estas células reconocen cambios sutiles en las células epiteliales del seno, disparando una respuesta sin causar daño colateral. En palabras de la inmunóloga Dr. Michaela Waibel, líder del equipo: "Es como tener una patrulla constante que detecta anomalías sin necesidad de sirenas".

¿Por qué la lactancia materna reduce el riesgo de cáncer de mama?

La evidencia epidemiológica ya sugería una conexión entre lactancia y menor incidencia de cáncer mamario. Según datos de Cancer Research UK, las mujeres que amamantan durante más tiempo tienen menor riesgo de desarrollar este tipo de cáncer, en comparación con quienes no lo hacen.

La hipótesis era doble: por un lado, el hecho de que la lactancia retrasa el retorno de la menstruación, reduciendo la exposición hormonal al estrógeno; por otro, la eliminación de células mamarias que podrían haber sufrido mutaciones durante el embarazo. Ahora, con la identificación del rol activo de las células T gamma-delta, hay una tercera pieza en este rompecabezas inmunológico.

¿Cuánto tiempo hay que amamantar para obtener este beneficio?

Una de las preguntas más comunes es: ¿Cuánto tiempo de lactancia es necesario para reducir el riesgo de cáncer de mama? La respuesta, aunque no es categórica, se orienta hacia una tendencia clara. La American Academy of Pediatrics recomienda al menos 12 meses de lactancia, mientras que la OMS sugiere mantenerla hasta los dos años o más, junto con la alimentación complementaria.

Lo que parece clave, según el estudio, es que las células T gamma-delta se activan en las primeras semanas de lactancia y se mantienen en niveles elevados mientras se prolongue la lactancia. Así, cada mes adicional podría representar una mayor vigilancia inmunológica.

Implicaciones futuras: ¿puede esta inmunidad ser replicada?

Este avance también plantea una pregunta intrigante: ¿podríamos desarrollar terapias que imiten este efecto protector sin necesidad de lactancia? Si se logra comprender a fondo cómo se activan y funcionan estas células, podríamos estar frente a una nueva estrategia inmunológica para prevenir el cáncer de mama.

El Dr. David Tarlinton, coautor del estudio, señala que esta línea de investigación abre la puerta a terapias celulares o inmunoestimulantes específicos para mujeres con alto riesgo, especialmente aquellas que no pueden o no desean amamantar.

Más allá de los beneficios infantiles

Durante décadas, la narrativa en torno a la lactancia ha estado centrada en el bebé: que si refuerza sus defensas, que si mejora el vínculo afectivo, que sí reduce enfermedades respiratorias. Poco se hablaba de los beneficios para la madre, más allá del ahorro económico o la recuperación postparto.

Hoy, con evidencia inmunológica en mano, el relato cambia: la madre también se protege. Y no con un simple “efecto secundario”, sino con un sistema de defensa sofisticado que se despliega en su cuerpo gracias al acto de alimentar.