¿Y tú, qué haces cuando enfrentas una Crisis Existencial?
María Tereza Lezama Heredia
Córdoba
Sin duda, la vida nos presenta retos constantes y dificultades de todo tipo y son los asuntos relacionados con la salud física los que más nos preocupan y a los que más prestamos atención por razones obvias; de tal manera que acudimos a visitar al médico cuando algo no anda bien en nuestro cuerpo y así, consultamos al cardiólogo, al ginecólogo, el gastroenterólogo; o al especialista que corresponda, según sea nuestra afección.
Pero ¿qué hacemos cuando atravesamos por vivencias críticas como la pérdida de un ser querido, una infidelidad, un divorcio o cualquier otra clase de esos conflictos intrafamiliares que, aun siendo tan comunes, son tan dolorosos? Bueno, pues por lo regular buscamos a nuestros amigos o algún pariente cercano para “desahogarnos” y pedirles algún consejo, que seguramente ellos nos ofrecen con la mejor intención… para más tarde encontrarnos manejando “medianamente” un duelo que NO siempre resolvemos de la manera más adecuada.
¿Y qué sucede después? ¿Lo has pensado? En realidad son muchas las personas que, sin importar su condición social o su nivel académico, van acumulando este tipo de pesares sin solucionar.
Y lo peor es que siguen arrastrando de por vida todas aquellas emociones negativas -como el rencor, la ira, la angustia, la culpa o la desolación- que en algún momento generaron como una primera respuesta ante algún problema de esta índole, aún cuando saben que todo eso continúa impidiéndoles un Crecimiento Personal más satisfactorio; pero sobre todo más sano, sin que hagan algo EFECTIVO para superar tales situaciones.
No hay que olvidar que desde hace ya varias décadas, muchos estudiosos e investigadores han empezado a estar de acuerdo con toda aquella sabiduría ancestral -derivada de la medicina tradicional de los pueblos- en que los problemas de tipo emocional son factores que INDUDABLEMENTE pueden desencadenar enfermedades orgánicas severas.
Recordemos que somos seres integrales, compuestos por cuerpo, mente y espíritu, elementos -todos ellos-con los que interactuamos en nuestro entorno físico y social. Y que cada una de estas partes puede afectar a las otras -tanto positiva como negativamente-, por lo que es importante que, además de atendernos físicamente, no descuidemos el estado de los otros componentes, ya que la clave de nuestra salud holística está precisamente en aproximarnos a un estado de equilibrio general.
Cabe mencionar que actualmente existe una amplia gama de propuestas y planteamientos relacionados con la atención hacia el área de la salud mental, que van desde las terapias más clásicas hasta diversos tipos de asesorías, talleres y encuentros para la reflexión y la autoayuda en cuanto a problemas específicos.
Por lo demás, si revisamos los argumentos que se utilizan como objeciones para buscar ayuda profesional, en caso de enfrentar alguna crisis existencial (como el típico: “esos tratamientos son para los locos”), notaremos que se trata de prejuicios infundados que necesitamos abandonar YA, para propiciar una cultura de bienestar emocional. Enseñemos pues, con el EJEMPLO, a las nuevas generaciones a cuidar de su salud integral promoviendo un desarrollo humano más pleno.