Adiós a Eduardo Manzano, leyenda de la comedia
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Agencias
Ciudad de México
Como en aquella película”, decía Arnoldo López recordando sus años mozos en Una familia de diez, o ese doblar de cejas y muecas que todos distinguían cuando el comediante
Eduardo Manzano pertenecía a Los Polivoces, quizá dos de los personajes más entrañables del mexicano que falleció el jueves por la noche a los 87 años.
Durante el funeral que se llevó a cabo, en la alcaldía Cuauhtémoc su hijo, Lalo Manzano, compartió con los medios de comunicación que el comediante sufrió una insuficiencia respiratoria en el hospital donde fue internado el mismo jueves.
Es la ley de la vida. No fue nada caótico, fue un paro respiratorio. La muerte del rey: se fue dormido en un hospital, resguardado por médicos.
Evidentemente, nosotros que quedamos aquí queremos que dure mucho, pero cuando ves a alguien que ya realmente terminó sus batallas y todas las coronó, creo en honra y gloria que siga su camino, que vaya a donde tiene que estar”, dijo.
Manzano, quien nació en la Ciudad de México el 18 de julio de 1938, era de esos actores que, incluso antes de saber su nombre, ya era reconocido por miles, vivía en la memoria colectiva de México y diferentes países de Latinoamérica.
Bastaba verlo entrar en escena —esa manera suya de acomodarse el saco, levantar ligeramente las cejas y preparar la voz— para sentir que algo familiar estaba por suceder todos sabían que venía pero cuando sucedía la risa se soltaba igualmente.
Eduardo Manzano disfrutaba de aprender de aquellos a quien admiraba, como lo fue Manolo Fábregas.
Tenía esa presencia de los comediantes que no necesitaban anunciarse: simplemente aparecían y llenaban el espacio provocaba risas sin decir nada.
Así era él, un hombre que parecía haber nacido para observar al mexicano con una precisión casi quirúrgica, para después devolverlo en tarima convertido en un personaje que todos reconocíamos, aunque pocos admitieran verse reflejados ya fuera en su trabajo en el teatro o en el cine.
En su juventud, cuando la televisión mexicana aún era un experimento, encontró un espejo en Enrique Cuenca con quien participó en la década de los 60 en Sonrisas Colgate, donde Roberto Gómez Bolaños era el guionista.
Juntos descubrieron que la comedia podía ser más que el chiste fácil: podía ser retrato social, podía ser memoria. De ahí nacieron Los Polivoces, un fenómeno que hoy resulta casi imposible de describir sin quedarse corto. Manzano era capaz de transformarse por completo con apenas un gesto: la espalda ligeramente encorvada, una mirada chusca, una voz que cambiaba de ritmo según la vida del personaje. Los Polivoces, que tuvieron su programa durante cuatro años al aire, hacían reír y acompañaban al país en su cotidianidad, en sus contradicciones, en esas rarezas que todos conocían pero pocos sabían nombrar. Y en el centro estaba él, registrando cada detalle con su disciplina actoral, así lo constata Carlos Bonavides, actor que trabajó con él, y fue amigo.
Cuando andaba luchando por ser alguien y ellos estaban en la palestra, ellos (Cuenca y Manzano) fueron maestros de muchos, el humor blanco que tenían para toda la familia fue el éxito de su programa, el éxito de ser cómo eran como personas. Tuve la fortuna de trabajar con los dos, lamento, se van dos columnas de la comicidad de México dos verdaderas columnas del humor que verdaderamente hicieron reír a México de una manera diferente”, sostiene Carlos.
Hoy, piensa el tambien comediante, cuyo hijo Tadeo trabajó junto a Manzano en sus últimos trabajos en Una familia de diez, piensa que ese tipo de humor, hoy ya no existe al menos en la televisión.
La comicidad blanca es lo más difícil que se puede hacer, y el señor lo hacía de forma impecable. Pero además, era un hombre que se quitaba la camisa por ayudar, era un hombre que toda la vida fue muy espléndido un persona que daba, que daba ayuda material, amistad.
Era un hombre con la broma a flor de labios, un hombre amable que jamás se metió en ninguna bronca que jamás le faltó el respeto a nadie de esos hombre de esa generación que respetaban su carrera de una manera maravillosa por su actitud como persona, solidario compañero amigo de todos”, agrega Bonavides.
Cuando el dúo de Cuenca y Manzano terminó en 1976, Eduardo siguió trabajando con constancia. No reclamó su sitio, no exigió homenajes: simplemente siguió. Esa perseverancia lo llevó por el cine, el doblaje, las telenovelas, los programas unitarios. Era como si tuviera un acuerdo íntimo con el público: “aquí sigo, mientras ustedes me necesiten”. Y el público, aunque no siempre lo decía en voz alta, lo necesitaba. Ahora que no está lo sabe. Y él seguía.
Lo más inesperado —y quizá más entrañable— de su carrera llegó cuando ya nadie lo anticipaba: Una familia de diez. Ahí, con Arnoldo López, resurgió ante una generación que no conoció a Los Polivoces, que no vio la televisión de antaño y que, sin embargo, lo adoptó de inmediato.
Los jóvenes ya se sabían el “Genial”, de Arnoldo siempre frente a la televisión interviniendo de la forma más irónica a los problemas de esta familia numerosa encabezada por Jorge Ortiz de Pinedo quien es el creador de esta producción y que fue unno de los primeros en llegar a despedir a su amigo.
Hoy, viernes 5 de diciembre, al minuto uno de la madrugada, dejó de existir nuestro querido Eduardo Manzano, el inolvidable Polivoz, quien con su gracia, talento y simpatía, nos hizo reír con sus imitaciones magistrales y con la creación de personajes inolvidables”.
Como el que interpretó los últimos años de su vida: Don Arnoldo López Conejo, el abuelo de Una familia de diez. Compartí con él los últimos 15 años, en presentaciones teatrales, giras por toda la república, así como en el programa de televisión, donde todos sus compañeros estamos de luto”, dijo el productor.
Una generación lo descubrió pero los adultos lo reconocían como un viejo amigo. Unió tres generaciones sin modificar su esencia y utilizando la comedia blanca, esa que aprendió viendo a personalidades como Germán Valdés Tin Tan o a José Ángel Espinoza Ferrusquilla.
Eduardo, logró mantenerse vigente sin escándalos, sin polémicas, sin buscar reflectores. Fue honesto porque construía cada personaje con respeto y paciencia. Quizá por eso nunca tuvo el reconocimiento institucional que merecía. Tal vez porque su grandeza era demasiado cotidiana y cercana: estaba en las salas de las casas, en las sobremesas familiares.
Su muerte en 2025 cerró una trayectoria de décadas y un puente entre épocas. Se despide un fragmento de la televisión que nos formó, de un humor que como dicen sus colegas ya no se hace, de un artista que entendió, en el fondo, que la comedia es un acto de amor hacia el público.
Programas / Series / Televisión
Los Polivoces (décadas de 1960–1970)
Una familia de diez (2007 en adelante) — interpretó a Arnoldo López.
La Rosa de Guadalupe — participaciones en la serie.
Club Eutanasia — participó en la película, y aunque no exactamente una serie, aparece en listados de “programas/películas” (su filmografía mezcla ambos).
La Pastorela (2011) — película de corte navideño, pero también aparece en listados de sus participaciones recientes.


