EPICENTRO / Trump se entrega a Putin / LEÓN KRAUZE
Donald Trump anunció el principio de negociaciones para intentar poner fin a la guerra de Rusia contra Ucrania. Por desgracia, su estrategia se basa en ofrecer, de entrada, concesiones inadmisibles a Vladímir Putin.
Trump ha sugerido que Ucrania debería ceder parte de su territorio y renunciar a su intención de unirse a la OTAN. Ha dicho que no sería “práctico” que Ucrania se adhiera a la alianza y considera improbable que recupere todo el territorio perdido. Además, insinuó que la guerra “no fue una buena idea” para Ucrania, como si el país hubiera elegido enfrentarse militarmente con la Rusia de Putin, que atacó a los ucranianos sin ninguna justificación. La retórica de Trump y el absurdo punto de partida de estas negociaciones, que comenzarán en los próximos días sin la presencia de Ucrania, conforman una combinación inaceptable.
Es natural que el presidente ucraniano, Volodímir Zelensky, haya respondido enfáticamente que ninguna negociación puede llevarse a cabo sin considerar los intereses de Ucrania ni sin la participación de Europa. Durante la Conferencia de Seguridad de Múnich, Zelensky subrayó la necesidad de aumentar la autosuficiencia europea y fortalecer la unidad del continente para hacer frente a las amenazas externas, principalmente Rusia. Además, enfatizó que cualquier negociación bilateral sobre Ucrania sin su participación es inadmisible. Tiene razón.
La propuesta de Trump también ha generado preocupación en Europa. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha convocado una reunión urgente con líderes europeos para diseñar una estrategia común en respuesta a las negociaciones entre Estados Unidos y Rusia, que excluyen a Europa. También tiene razón. El plan de negociación de Trump, al ignorar a la Unión Europea, representa una traición a la alianza transatlántica.
Putin debe estar feliz. Y no solo por eso.
La exigencia de que Ucrania renuncie a su derecho de buscar membresía en la OTAN es un punto clave en la estrategia del dictador ruso. Sin embargo, la Carta de la ONU y los principios de seguridad europea reconocen el derecho de cualquier nación a decidir sus propias alianzas. Ucrania ha reiterado que su aspiración de ingresar en la OTAN es una cuestión de seguridad legítima, especialmente después de la agresión rusa. Ni Putin ni Trump tienen derecho a imponerle a Kiev las alianzas que puede buscar. Aunque Putin pretenda lo contrario, Ucrania es un país soberano.
La estrategia de Trump parece inspirarse en una serie de equívocos que reflejan fielmente la narrativa que favorece Putin. Un ejemplo es la supuesta amenaza que representaban para Rusia los llamados Acuerdos de Minsk, firmados en 2014 y 2015. Estos acuerdos fueron un intento de alcanzar una solución diplomática al conflicto en el este de Ucrania, pero su incumplimiento por ambas partes no puede interpretarse como un mandato para la agresión armada. Según el derecho internacional, el uso de la fuerza solo puede justificarse en casos de legítima defensa ante un ataque armado, y no por el fracaso de una negociación diplomática. La invasión rusa de 2022 fue una violación flagrante de la soberanía ucraniana y de los principios fundamentales del derecho internacional.
Ahora, Trump propone que Ucrania acepte de entrada la pérdida de parte de su territorio y renuncie a buscar alianzas que le garanticen seguridad en el futuro. Esta no es una receta para la paz, sino una estrategia para complacer a Putin, a costa de la dignidad del pueblo ucraniano y de la seguridad europea.
Es una desgracia.
Hace un siglo, Estados Unidos tuvo la valentía suficiente para enfrentar el mal en la Primera y Segunda Guerra Mundial. Hoy, Trump parece dispuesto a renegar de esa convicción, que salvó al mundo de Hitler. Las consecuencias podrían ser terribles. El fin de semana, Zelensky advirtió que, si Estados Unidos insiste en ser cómplice de la Rusia imperialista de Putin, Moscú podría atacar Europa. Habrá quien diga que exagera. Quien lo piense necesita aprender de la historia.