Opinión / El camino incierto / Walter Olivera
Seguridad, frontera, narcos, chantaje, terrorismo, imposición, soberanía, principios, eficacia, oposición… Términos que se nos han vuelto habituales en medio de un clima de turbulencia financiera, política y social.
Nuestro país vive acechado por la tensión y la incertidumbre, la violencia y el miedo; por el caos y el desconcierto a ambos lados de la frontera con los Estados Unidos. Constantemente se desdibujan las relaciones.
Ayer, pausa arancelaria, hoy los aranceles van… Son las subidas y bajadas de tono en el gobierno estadounidense. No hay un trazo absoluto, las certezas se diluyen y los mexicanos buscamos avanzar en lo difuso. Navegar entre la cooperación necesaria y la ausencia de garantías.
Por eso es un atisbo de crecimiento mirar hacia otros nichos de desarrollo y apostarle a proyectos como la industria de los semiconductores en el mediano y largo plazos.
Y es que, en medio del escepticismo de muchos, México puede posicionarse como un país estratégico en este millonario mercado, especialmente si consideramos que posee una de las mayores reservas de silicio (mineral semiconductor) en estados como Sonora.
Además, no se trata de una iniciativa caprichosa. Desde mayo de 2024 se confirmó el interés de inversionistas árabes a través de la empresa T-note para instalar en Querétaro una planta de producción de microchips proyecto a desarrollar en un lapso de cinco a siete años. Interesante puerta para la economía mexicana, sin duda.
Pero antes hay que equilibrar la nave ante la política altanera de la Casa Blanca y sus impositivas decisiones para cambiar las reglas de seguridad y vecindad con México.
No será sencillo, porque la influencia de Estados Unidos en México es innegable, pero no absoluta y las implicaciones de cualquier desacuerdo pueden ser descomunalmente negativas para ambas naciones.
Urge apaciguar las arrogancias e iniciar la cooperación binacional profunda porque, en efecto, la delincuencia organizada tiene un crecimiento desmesurado en nuestro país y se nos imputan pactos de impunidad.
Por otra parte, también es cierto que la popularidad de la actual presidenta tendrá que hacerse valer para evitar que se desborden los amagos de Trump.
En el afán de contención a los cárteles, el gobierno mexicano responde con importantes decomisos de fentanilo, la captura de narcolíderes de alto rango, cientos de armas incautadas y decenas de narcolaboratorios desmantelados. Importante mantener esta determinación.
Ahora, con el caso Zambada, México está en una posición difícil pues solicitar la repatriación del líder narco, detenido en Estados Unidos, puede interpretarse como salir en defensa de los cárteles.
Sin embargo, la administración de Claudia Sheinbaum tampoco puede permitir que se imponga el instinto expansionista del país vecino con acciones unilaterales que dicten cómo combatir al crimen organizado en nuestro territorio.
De ocurrir, vulneraría la autonomía del Estado mexicano; sería una afrenta a la soberanía –coinciden muchos analistas del tema–, aunque finalmente nuestra soberanía no está amenazada únicamente por los impulsos de Trump sino también por los propios cárteles de la droga.
sí que sí, el ultimátum de Ismael “El Mayo” Zambada causa sobresaltos, pero estamos al borde de la desfragmentación económica y democrática. Son muchos los desafíos que debemos sortear los próximos cuatro años… No hay camino recto, es incierto; no hay atajos, la ruta es sinuosa.