José Luis Valdés Ugalde - 2014-2015: entre el mundo de ayer y el que viene
2014-2015: entre el mundo de ayer y el que viene
José Luis Valdés Ugalde
Son varios los temas del entorno global que nos ocuparon en 2014; y, en consecuencia, muchos los desafíos que confrontará el sistema internacional en 2015. Destacan tópicos emergentes que desafían la gobernabilidad global y eventos que provocaron una importante confrontación entre actores estatales y no estatales. En mi opinión, destacan tres de gran trascendencia, que afectan regional y mundialmente la política internacional: el radicalismo yihadista del Estado Islámico (EI), la violación de la legalidad internacional por parte de Vladimir Putin al invadir Crimea y aterrorizar a Ucrania, y el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba después de 50 años de bloqueo de EU. Cada uno de estos momentos, a su manera, han movido constantemente el tablero estratégico en forma importante e impactado la política mundial y regional.
La emergencia del EI se debe básicamente a lo siguiente: después de la posguerra fría el sistema internacional no fue capaz de renovarse, los actores predominantes se dedicaron a prever sus propios escenarios como potencias en ascenso (China) o en declive. Por un lado, la clase política en EU, a partir de 2008 se dedicó a pelear las plazas con el afán de perjudicar a Obama y, por el otro, éste quiso hacer valer un proyecto de gobierno fracturado por los republicanos, aunque en forma reciente recuperado por la iniciativa ejecutiva del Presidente. La invasión a Irak en 2003 provocó una guerra fratricida, con un aproximado de un millón de bajas y un costo total para la economía de EU de tres a cinco billones de dólares. Además, le abrió un espacio a Al-Qaeda para operar. Aquí fue donde nació el EI como una escisión de aquélla, a grado tal que hoy se ha convertido en la amenaza más bestial a la seguridad internacional.
Desde las crisis provocadas por Stalin, Hitler o George W. Bush, no se había visto una violación al derecho internacional por un actor formal como la que Putin comete al apropiarse de Crimea a través de un referéndum patito y al armar a los separatistas pro rusos del este de Ucrania, provocando enfrentamientos que amenazan la seguridad de sus vecinos de la UE y los países bálticos. Putin no tiene interés en aprender que el ejercicio del poder está íntimamente vinculado con el respeto a la legalidad. Su propósito es parte de un delirio: recuperar los territorios soviéticos para restaurar lo que él considera como la peor catástrofe sufrida por Rusia en siglos: su desintegración como resultado del fin de la Guerra Fría. Con su narrativa nacionalista patriótica pretende volver al pasado, lo cual ya ha convertido hoy a Moscú en un pasivo para el sistema global.
En un anuncio tan inesperado como muy planeado por Washington y La Habana, nos enteramos de que ambos decidieron ofrecernos un regalo navideño y restaurar relaciones diplomáticas. Esto significa mucho más de lo que EU pudo haber hecho en su política latinoamericana en los últimos diez años. Significa el regreso a una muy demandada recuperación de la civilidad rota entre vecinos americanos. También significa el principio de una nueva correlación de fuerzas en el continente y el fin obligatorio de la narrativa antiyankee y antiimperialista de los sectores radicalizados de la izquierda procastrista, que hoy tiene menos futuro que nunca. Es obligado pensar que, al margen de los grandes beneficios económicos y políticos que habrá para Castro, las fuerzas armadas y parte del pueblo cubano, el hecho modifique la geopolítica de Guerra Fría que domina mente y política tanto de actores formales como de movimientos políticos que miran hacia el pasado y no el futuro. Las declaraciones muy solícitas de un satélite cubano, Venezuela, son más que demostrativas de esto. También lo son las hechas desde la Bolivia y Argentina, muy afectos a la demagogia catastrofista cuando de EU se trata. Obama ha hecho un gran servicio a la humanidad y a la causa de la modernización democrática del continente. Aparte de que se erige como el primer presidente renovador de una política anquilosada desde la Casa Blanca, se nos brinda una nueva pista de aterrizaje en donde la política se convierta en el instrumento de la resolución de controversias para dejar atrás la retórica retrasada de una izquierda latinoamericana atada al chovinismo y la demagogia, simplemente por no tener una estrategia política coherente con los tiempos que vivimos. Esto no significa que la mentalidad de Guerra Fría o “de Gulag” (como lo demuestra Putin) se haya consumado como vaticinan algunos ilusos. ¡Feliz 2015 a los lectores!
*Investigador y profesor de la UNAM
Twitter: @JLValdesUgalde