Sergio González Levet - ¿Renuncias?

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Sin tacto

 

Por Sergio González Levet

 

¿Renuncias?

 

Acudo a la Constitución Política del Estado de Veracruz de Ignacio de la Llave y leo en el “Capítulo III. Del Poder Ejecutivo” dos artículos cuyo contenido al parecer no conocen o no quieren conocer las personas que por diversos motivos -ya oscuros, ya prístinos- últimamente han estado lanzando dardos respecto a la integración del gabinete estatal.

Dice el “Artículo 42. El Poder Ejecutivo se deposita en un solo individuo, denominado: Gobernador del Estado.”

Y dice el “Artículo 49. Son atribuciones del Gobernador del Estado:

“XIV. Nombrar y remover libremente a los servidores públicos de la administración pública, cuyo nombramiento o remoción no estén determinados en otra forma por esta Constitución y por las leyes”.

 

Me dan ganas de poner aquí la frase inmortal del presidente Salinas: “No se hagan bolas”, pero me aguanto y solamente destaco dos partes de mi cita anterior: una, cuando dice que el Poder Ejecutivo “se deposita en un solo individuo”, y la otra cuando señala para el Gobernador como la atribución décima cuarta (no catorceava, como expresan muchos erróneamente los ordinales): “Nombrar y remover libremente a los servidores públicos de la administración pública” (sic).

Todo esto quiere decir que, de acuerdo a nuestra Constitución y a la realidad, una sola persona manda en el Gobierno de Veracruz y tiene la capacidad de poner y quitar a los funcionarios de su régimen, con una sola excepción, señalada en el Artículo 53:

“El Procurador será nombrado por el Gobernador y ratificado por el Congreso del Estado”.

Así que si a cualquier gobernante en Veracruz se le ocurriera cambiar todos los días a su gabinete, no habría ningún problema legal, aunque ya imagino el embrollo práctico que originaría.

La facultad otorgada al Ejecutivo para que nombre y remueva “libremente” a sus colaboradores se sustenta en la lógica incontrovertible de que un equipo de trabajo gubernamental no es un ente estático, como no lo es el estado y la vida de sus habitantes y sus instituciones. Difícil sería gobernar, administrar, si el gobernante tuviera que irse todo su sexenio con un mismo gabinete o tuviera que negociar con los otros poderes o niveles para el cambio de algún funcionario, del tamaño que fuera.

Por eso los cambios de personas y personajes son cosa común en cualquier gobierno, y por eso resulta sospechosa la tendencia que impulsa la idea -errónea por cualquier costado- de que hay problemas en el equipo del gobernador Duarte, o de que el propio gobernante está perdiendo las riendas de la conducción.

Quienes están, llegan y/o permanecen en los puestos del Gobierno de Veracruz lo hacen por la voluntad expresa y única del jefe del equipo, y en eso ninguno de ellos tiene duda alguna.

Si alguien externo tiene alguna incertidumbre al respecto… fácil: pregúntenle a cualquiera de los cardenales.

Ellos lo saben bien.

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