
Por CARLOS HASCHMED NAVA
Mucho se ha criticado, últimamente, el desempeño de los maestros de escuelas públicas y la tendencia parece haberse vuelto una moda; el imaginario social ha convertido a los profesores en sus villanos favoritos, pero poco se habla del sacrificio que centenares, quizá miles de ellos realizan gustosos, día con día, para cumplir con una labor que se ha convertido en apostolado: educar.