OPINIÓN / El arranque del año se complica / LAURA ITURBIDE GALINDO

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Mientras nos encontramos en un impasse en relación con la imposición generalizada de aranceles por parte de Estados Unidos a nuestros bienes y servicios exportados a ese país, la economía mexicana sigue dando visos del tono recesivo en la cual se encuentra.

Con una desaceleración que comenzó el año pasado y que acusó terreno negativo en su último trimestre (-0.6%), los indicadores indican que esto volverá a suceder en el primer trimestre de 2025.

La principal debilidad de la economía mexicana es la industrial (lleva 4 meses a la baja y agudizó su caída en diciembre del año pasado (-2.4% anual; su peor año desde 2020). La inversión está estancada, los cambios en el Poder Judicial derivado de las reformas hechas y hoy la elección de jueces, han ejercido un estado de “espera y observa”. La inversión pública, tampoco hace fuerte, restringida por la escasez de recursos y la falta de proyectos de infraestructura de gran envergadura. El consumo también se ha visto afectado y ha terminado afectando al sector servicios, que había estado apuntalando a la economía.

Por su parte, la inflación a tasa anual en enero bajó a 3.59%, ligando tres meses de desaceleración y se encuentra ya en el rango objetivo del Banco de México, después de cuatro años. Esto hace muy probable de otra rebaja en 50 puntos base - la sexta consecutiva- a la tasa de referencia para llevarla a 9%; sin embargo, esto debe ser bien calibrado por el aumento del índice subyacente, el que no incluye los componentes volátiles de energía y alimentos, en un ambiente de incertidumbre y volatilidad financiera. Asimismo, los precios de los productores presentaron el mayor avance para un arranque del año, desde 2022, con un nivel cercano a 8% anualizado, afectados por los precios del petróleo y otras materias primas; así como a la depreciación del peso. La persistencia de estos retos y el complejo entorno internacional, impondrán restricciones a futuras decisiones monetarias.

El crecimiento de la economía, ahora ni siquiera alcanza 2% promedio anual característico, de las últimas décadas. Es necesario alentar la inversión e incorporar más personas a la formalidad.

Si bien el Plan México busca reactivar la inversión en el país con una visión regional, calendarizada y con instrumentos y propuestas, es cierto que la relación con Estados Unidos no pasa por sus mejores momentos, la certeza jurídica es cuestionada. y las finanzas públicas están muy presionadas, con un monto elevado de deuda equivalente a 51.4% del Producto Interno Bruto.

Por eso es, condición sine qua non, dar garantías, como el tema de seguridad que es básico y mirar al interior con aumentos en productividad y competitividad, cambios estructurales que no pueden esperar más. Aún más cuando el T-MEC a renegociar el próximo año, es puesto en suspenso, con más tensiones diplomáticas con el anuncio del gravamen de 25% impuesto a todas las importaciones de acero y aluminio estadounidenses, lo que afectará a cadenas de suministro de ambos lados de la frontera en sectores clave como, el automotriz, eléctrico y electrónico.

Los riesgos comerciales para México tras la llegada de la administración Trump a Estados Unidos, están a la vista, y la recesión ronda coyunturalmente irremediablemente. El planteamiento de un plan integral para Pemex, riesgo financiero para el país y amenaza para la degradación crediticia, hoy adquiere mayor relevancia y es una señal básica para abonar confianza a los mercados en este complicado avance del año. Así como identificar oportunidades en segmentos con potencial productivo y el fortalecimiento de las pequeñas y medianas empresas (Pymes) como parte muy importante de las cadenas productivas de grandes compañías.