
Algunos ancianos, muy pocos, del municipio de Álamo Temapache, resuelven de algún modo sus necesidades alimentarias sirviendo en los almacenes de la ciudad empaquetando la mercancía a cambio de algunas monedas. Otros se dedican al comercio, ofreciendo sobre todo frutas de la temporada, sentados donde pueden, exhibiendo su magra mercancía ante la mirada desaprobadora de quienes dicen tropezarse con sus puestos improvisados.
Es la cara de la pobreza. Personas que antaño ganaban lo suficiente para vivir con cierta holgura, ahora pasan penalidades porque han de sobrevivir con su esfuerzo, pues muchos de ellos no son bien acogidos por sus propios hijos y demás familiares.